El Club Robinson de Cala Vedella, una de esas aventuras integrada por hotel, apartamentos y bungalows que desde los años 70 fue pasando de mano en mano (con presunta estafa inmobiliaria de por medio en los últimos tiempos) hasta acabar convirtiéndose hoy, 40 años después, en un problema social en manos de dos bancos, de la Tesorería General de la Seguridad Social y de la Agencia Tributaria, se ha vuelto a situar en el punto de mira.
En los últimos días, en este lugar, ya deshecho por el abandono y poblado sobre todo por 'okupas' en número incalculable (apuntan que más de cien en verano), algunos arrendatarios y dicen también que por unos pocos propietarios legítimos, se han producido dos hechos lamentables: uno de los habitantes de este lugar asestó a otro dos cuchilladas en una pugna por varios botes de metadona de los que la víctima había conseguido hacer acopio pese a que este medicamento ha de suministrarse en dosis diarias.
Robando cobre
Poco tiempo después, los okupas se encontraron en un armario de Endesa a un hombre electrocutado. Aún no se sabe cuánto tiempo llevaba allí. Todo indica, aunque aún no se ha confirmado de forma oficial, que es un hombre alemán de unos 45 años de edad que también residía en el Club Robinson, algunos dicen que como legítimo propietario. Los indicios apuntan a que estaba robando cobre y que tocó un cable desde el que le atravesaron decenas de miles de voltios. Al parecer, el hombre había sido detenido en varias ocasiones por hechos similares. Un okupa que lo conocía dijo que el hombre estaba últimamente muy deprimido, que era un experto con el cobre y que le extraña lo sucedido.
El caso es que todo esto ocurre cuando, por fin, alguien (los dos bancos propietarios) ha presentado denuncia contra los okupas que viven en el hotel (actualmente sólo son siete, según ellos mismos), los apartamentos contiguos y algunos de los bungalows, y cuando, por fin, todo apunta a que, con resolución judicial en la mano, la zona va a ser desalojada en las próximas semanas. Parece que el Club Robinson, en esta nueva etapa okupa, está emitiendo sus últimos estertores.
Viernes (nombre ficticio) es uno de estos okupas: «No soy un perriflauto, pues ni tengo perro ni toco la flauta, sólo he venido aquí porque nadie me da trabajo y yo en la calle no pienso vivir. Nos han dicho que nos van a echar un día de estos, pero ¿dónde vamos a ir? No todos los okupas son iguales, nosotros estamos bien aquí y no molestamos a nadie».
Claudia (nombre ficticio) es una alemana que vive en la isla hace 30 años; ahora lo hace en un apartamento junto al Club Robinson: «Es una mierda, ya ves, todo el día con los perros [¡'yo no tengo perro'!, grita Viernes], los robos y la porquería, no es que tengamos miedo, pero estar así es un asco».
Una pareja que vive de alquiler en los apartamentos del Club: «Ahora esto está muy tranquilo, lo peor es en verano, que se llena de gente, del hombre electrocutado y de las cuchilladas nos hemos enterado por el periódico».
El Ayuntamiento anima a denunciar y anuncia ayudas urbanísticas
El Ayuntamiento «hace lo que puede», relató, y trabaja para «intentar normalizar la situación». «Hemos hecho más de una docena de reuniones con propietarios y bancos y he llamado a la Seguridad Social y a Hacienda (también propietarios)», añadió. 'Agustinet' deseó que esta zona «se recupere». «Creo que este lugar tiene mucho valor y muchas posiblidades y el Ayuntamiento está dicidido a hacer esfuerzos urbanísticos y los propietarios lo saben», anunció.