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TESTIGO DE CARGO

Mucha gente mala

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Eivissa es famosa por la cantidad de gente guapa que atrae. Es una evidencia que se constata paseando por el puerto, tomando algo en los locales o, en el caso de que tenga usted acceso, en los grandes yates y en las zonas exclusivas de los clubs más de moda.

Como moscas a la miel. La belleza y el dinero, que solo a veces van unidas, no solo atraen ideas de negocio, sino también a grandes tropas de indeseables. En el caso de Eivissa, un destino ya bien maduro, da la sensación de que ya se empezando a tocar fondo con este grave problema.

Primer ejemplo. Cuando un chico de unos 20 años con cara de no haber logrado terminar primaria te adelanta a más de cien kilómetros por hora al volante de un Hummer para inmediatamente hacerte frenar y en un semitrompo cambiar de sentido, no quiere decir que este año hayamos ganado en turismo de calidad, sino que la Camorra ya está en casa.

Segundo ejemplo. Cuando un conocido tuyo va haciendo footing por el paseo marítimo de Vila y para su desgracia se cruza con dos personajes de esos que no tienen cuello, de esos que van tatuados, de esos con mucho músculo y poco cerebro y de pronto uno de ellos, malhumorado, se gira y, como quien golpea una papelera para desahogarse, lanza un puñetazo sobre el rostro de tu conocido que, por suerte, acierta a esquivarlo pero no logra evitar que el puño le frature la clavícula, quiere decir que la policía aún no ha logrado detener a una banda de búlgaros o moldavos que se dedican al tráfico de anabolizantes en los gimnasios.

Tercer ejemplo. Cuando uno de los miembros del equipo de seguridad del Ushuaïa asesta un puñetazo mortal a un camarero que fallece días después, quiere decir que en esta isla las empresas deben tener más cuidado en el proceso de selección de su personal.

Cuarto ejemplo. Cuando dos ingleses se pelean en el West End, uno de ellos acaba en coma y cuando despierta le dice a la policía que no quiere presentar denuncia sino marcharse a su casa cuando antes, quiere decir que las mafias británicas siguen enquistadas en Sant Antoni.

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