¿Cómo se lo diría yo? El ministro de Economía, Luis de Guindos, pone en duda la viabilidad del estado de bienestar y yo pongo en duda la credibilidad de este señor, que bien podría ahorrarse sus amenazas.
Contra los trabajadores. La derecha no iba a ser menos. Al igual que hicieron los más fariseos del Gobierno anterior, el PP ataca ahora a los trabajadores subiendo los impuestos. Nada de luchar contra la corrupción, el fraude fiscal y la economía sumergida. Los conceptos de valentía y honorabilidad siguen sin encontrar dignos representantes en la esfera política española.
Hacienda. Existe un sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda. Se llama Gestha. Según sus cifras, en 2010 el fraude fiscal derivado de la evasión de capitales de las grandes empresas españolas, dejando a un lado a las pymes y los particulares, superó los 25.000 millones de euros. Este sindicato calcula que la economía sumergida en España alcanza los 240.000 millones de euros anuales, una cifra mareante que se nos escapa a las personas comunes, pero que cuando la comparamos con los 50.000 millones de euros que el Gobierno de Zapatero planeó ahorrar entre 2010 y 2013 bajando el sueldo de los funcionarios, subiendo el IVA y aumentando la edad de jubilación, adquiere mucho sentido. ¿Es realista subir los impuestos a las rentas del trabajo y recortar servicios básicos del estado del bienestar cuando, de esta forma, se consiguen ahorrar 50.000 millones en cuatro años? ¿No sería más lógico combatir a toda máquina el fraude fiscal? ¿Por qué no lo hacen nuestros políticos?
Evasión fiscal. Reducir el fraude fiscal y la economía sumergida es, según un estudio del Gestha de finales del año pasado, «una medida vital e imprescindible para superar la crisis». La izquierda no quiso molestar con este asunto a los principales defraudadores de este país, que son las grandes empresas y las grandes fortunas, y optó por atacar a los más débiles: los trabajadores y sus nóminas. Ahora el PP sigue su mismo camino. El Gestha dice que solo el 22 por ciento de los casi 3.300 españoles con fortunas por encima de los diez millones de euros reconoce ante el fisco tener todo ese dinero. Se ve que para la mayor parte de esta gente el fraude es lo natural. O al menos intentarlo.