José C.C., el hombre de 67 años que estaba siendo buscado por prender fuego a la casa de su exmujer en Sant Carles, ingresó ayer en prisión después de que fuera entregado en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer. El fiscal pidió esta medida cautelar al entender que, a priori, existen indicios que pueden llevar a dicha persona a sentarse en el banquillo para responder de delitos de asesinato en grado de tentativa, incendio y quebrantamiento de condena. La víctima, pese a lo que se había dicho en un principio, negó que estuviera en la casa cuando comenzó todo.
Pero fue una casualidad. La afectada, con otro domicilio habitual en las últimas semanas, solía pasar tiempo en la vivienda, incluso dormir, y había otras personas que habitualmente residían en el inmueble que ardió al mediodía del pasado día 16.
Veinte litros
El sospechoso negó en todo momento que hubiera ocasionado el incendio, aunque sí reconoció haber comprado dos bidones de gasolina (unos 20 litros). Afirmó, sin embargo, que escondió el combustible en el monte tras arrepentirse y ver que si hacía algo podía causar graves daños.
Según lo que trascendió ayer de su declaración, atribuyó todo a «mentiras» que se han suscitado en torno a su persona después de que él viera con malos ojos que en los alrededores de la casa se estuviera (siempre según si testimonio) cultivando marihuana, algo de lo que dijo haber advertido a su exposa.
Pese a ello, el juzgado ha abierto en los últimos años al menos tres causas penales contra José C.C. por delitos relacionados con el maltrato contra su exmujer. El juzgado, al parecer, aún tiene abierta una causa contra él por un supuesto delito de coacciones por acosarla y dejarle notas en el coche. La pena más reciente, dictada este mismo mes, le supuso una condena de seis meses de prisión por unos hechos ocurridos en Vila el 28 de diciembre cuando abordó a su exposa, pese a no poder acercarse a ella, y le dijo que se iba a suicidar para que ella tuviera que pagar su entierro.
Viviendo en una caseta
El sospechoso señaló ayer que ha estado viviendo durante todo este tiempo en una caseta de pescadores de Aigües Blanques, precisamente en la misma zona donde en la tarde del domingo lo encontró una patrulla de la Policía Local de Santa Eulària. La investigación barajaba desde hace días que dicha persona, que, al parecer, llegó a tener su ‘domicilio' en Cáritas, se hubiera refugiado en el monte, como así aseguraban las personas que le conocían. Durante todo el proceso su exmujer mostró un gran miedo hacia él e incluso señaló sentirse siempre vigilada por él, incluso desde puestos de observación en el monte.