La discusión por un sillón fue el desencadenante de la muerte del octogenario Félix Martín en la residencia de ancianos municipal de Argés (Toledo) por los «garrotazos» que le propinó, presuntamente, otro compañero del centro. Según la versión de lo ocurrido que ha obtenido la familia del difunto por parte de una anciana que presenció los hechos, la discusión se originó en la tarde de anteayer, cuando la víctima estaba sentada en un sillón de una de las salas de la residencia. La butaca en cuestión solía usarla el presunto agresor, José T.C., de 86 años, quien le pidió que se la cediera, a lo que el fallecido le respondió que el sillón no era propiedad suya.
Seguidamente, según la versión que ofrecieron la hija y el nieto del fallecido, Laura Martín y Ángel Sánchez, y que no pudo ser contrastada con la dirección del centro por rehusar a hablar con la prensa, la disputa por el sillón motivó una discusión en el transcurso de la cual su abuelo fue herido leve y fue atendido por los servicios de enfermería de la residencia.
Tras regresar de la enfermería, el presunto agresor, siempre según el nieto de la víctima, la emprendió a garrotazos en el pasillo contra su abuelo, al que siguió golpeando cuando ya estaba en el suelo, hasta el punto de que el bastón se rompió. El fallecido, vecino de Argés, fue trasladado al hospital Virgen de la Salud de Toledo en estado de coma y falleció ayer de madrugada, explicó el nieto, que tiene 25 años.
Por su parte, Félix Martín, hijo del difunto, precisó que su padre tenía dos brechas en la cabeza de siete y tres centímetros, según el informe que les entregaron en el hospital. Asimismo, explicó que su padre estaba débil y que este año había tenido dos infartos, que tuvo encharcados los pulmones y que hace quince días estuvo muy grave por una gripe.
Respecto al carácter del presunto agresor, a la familia del fallecido les dijeron compañeros de la residencia que era agresivo y que «se la tenía jurada» a otro anciano con el que compartía habitación.
Los familiares de la víctima están a la espera de que se practique la autopsia al anciano para presentar una denuncia, porque quieren que, aunque el presunto agresor no vaya a la cárcel por su edad, 86 años, al menos sepa «que ha matado a otro» y que «tiene que pagarlo de alguna manera».