Los equipos de rescate han recuperado 34 cadáveres del avión de AirAsia accidentado hace una semana en el oeste de Indonesia, donde el mal tiempo y las fuertes corrientes dificultan las tareas de búsqueda, indicaron este domingo las autoridades indonesias.
Los forenses identificaron este domingo los cuerpos de una azafata de 24 años, y de dos pasajeros, de 30 y 10 años, que se suman a una pasajera que fue identificada y enterrada el jueves pasado, según el canal de televisión Channel News Asia.
Los servicios de emergencia trataron sin éxito de acceder a cinco grandes objetos localizados con radares, uno de ellos esta jornada, a unos 30 metros de profundidad en el mar de Java.
El mal tiempo y las fuertes corrientes dificultaron las tareas de los buzos y de los submarinos no tripulados que aún no han podido acceder a los restos para confirmar que pertenecen al avión, en el que viajaban 162 personas.
Se cree que parte de los viajeros del Airbus puedan encontrarse atrapados en los asientos en estos supuestos restos, que miden entre 7 y 10 metros de largo.
Unos 27 barcos y 20 aeronaves de diversos países participaron este domingo en las operaciones de búsqueda y rescate de víctimas y de las cajas negras del avión de AirAsia, indicó la Agencia Nacional de Búsqueda y Rescate (Basarnas) de Indonesia.
En un informe, la Agencia Indonesia de Meteorología, Climatología y Geofísica (BMKG, en sus siglas en bahasa) señaló ayer que la causa más probable del accidente fue un daño en el motor causado por formación de hielo al atravesar una nube, aunque las autoridades aún buscan las cajas negras que expliquen lo ocurrido.
Una de las cajas, que en realidad son de color naranja, recoge la conversación en cabina y otra, los datos de vuelo.
En los últimos días, las autoridades indonesias han revelado varias irregularidades en el vuelo QZ8501, sin relacionarlas directamente con el accidente.
El pasado miércoles, un documento filtrado de la agencia de meteorología reveló que el vuelo QZ8501 despegó el pasado 28 de diciembre sin haber recibido el parte climatológico del servicio de meteorología, según el diario «The Jakarta Post».
Sunu Widyatmoki, director de AirAsia Indonesia, filial del grupo malasio AirAsia, negó las alegaciones.
«AirAsia Indonesia considera con mucho cuidado los informes meteorológicos de BMKG antes de cada vuelo», dijo Sunu, quien indicó que todos los pilotos reciben la información climatológica que llega hasta las oficinas de la compañía.
Las autoridades indonesias señalaron además que el vuelo QZ8501 no tenía autorización para volar los domingos, día en que ocurrió el accidente, por lo que suspendió la ruta en cuestión, Surabaya-Singapur, desde el 2 de enero.
La autoridad de aviación singapurense informó de que por su parte sí tenía permiso para volar en domingo, pero según los expertos es necesario tener autorización tanto desde el aeropuerto de origen como desde del de destino.
Mientras que las familias están concentradas completamente en recuperar los restos de sus seres queridos, las consecuencias del accidente han contagiado a otros pasajeros de AirAsia.
Varios ocupantes de un vuelo de la compañía en Surabaya se negaron este domingo a embarcar en un segundo avión después de que el primero tuvo que abortar un despegue por problemas en un motor.
La aerolínea reembolsó el dinero de los pasajes a los viajeros que decidieron quedarse en tierra.
El vuelo QZ8501 de AirAsia despegó de la ciudad de Surabaya, en la isla de Java, el 28 de diciembre y tenía previsto aterrizar unas dos horas después en Singapur, pero se estrelló en el mar de Java cuando llevaba unos cuarenta minutos de vuelo.
Transportaba 155 indonesios, tres surcoreanos, un británico, un francés, un malasio y un singapurense, entre 155 pasajeros y una tripulación de 7 miembros.
El día del accidente había formaciones de cumulonimbus, nubes en forma de espiral con aire cálido y húmedo que generan fuertes aguaceros y rayos.
El piloto llamó a la torre de control en Indonesia cuando sobrevolaba el mar de Java por el sur de Borneo y solicitó permiso para virar a la izquierda y subir desde los 32.000 pies de altitud (9,76 kilómetros) hasta los 38.000 (11,59 kilómetros) para eludir una tormenta.
La torre de control aprobó el viraje en el momento pero cuando unos minutos después llamó al piloto para aprobar un ascenso, solo hasta los 34.000 pies, se había perdido el contacto.
El piloto, con más de 23.000 horas de vuelo, 6.000 de ellas con AirAsia, no tuvo tiempo de activar la señal de alarma.