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Tragedia aérea en los Alpes

El copiloto tuvo la «intención de destruir el avión», según el fiscal

Un helicóptero de los servicios de rescate vuela sobre los restos del avión siniestrado. | GUILLAUME HORCAJUELO

| Marsella |

El fiscal de Marsella, encargado del caso del accidente del avión de Germanwings, Brice Robin, ha acusado al copiloto de la aeronave, Andreas Lubitz, de haber provocado deliberadamente que el avión se estrellara en los Alpes franceses.

En rueda de prensa en Marsella, Robin ha subrayado que «no hay nada que haga pensar en un atentado terrorista» pero ha dejado claro que el copiloto tenía «la intención de destruir el avión» porque activó el botón para hacer que descendiera, no abrió la puerta al piloto cuando llamó para acceder y no respondió a ninguna de las llamadas por radio, todo ello mientras se le escuchaba una «respiración normal».

El fiscal ha explicado que sus conclusiones se basan en el análisis del contenido de la caja negra recuperada del avión siniestrado, el denominado registro de voces en cabina (VCR), que ya ha sido transcrito «minuto a minuto» por expertos de la Oficina de Investigación y Análisis de Francia (BEA) y que le ha llegado a la Fiscalía francesa en la noche del miércoles al jueves. La grabación contiene «los últimos 30 minutos» de sonido y voces en cabina.

Robin ha confirmado que el copiloto estaba solo dentro de la cabina en los últimos minutos de vuelo porque el piloto de la aeronave salió del habitáculo para ir al servicio. La grabación de la caja negra muestra en los primeros minutos al piloto y al copiloto hablando «de forma normal, bastante cortés» y, posteriormente, hay una conversación en la que el piloto transmite a su compañero el «briefing» del próximo aterrizaje en el aeropuerto de Düsseldorf.

Respuestas lacónicas

En esa conversación, las respuestas del copiloto son «lacónicas», según ha dicho el fiscal, que luego ha aclarado que se refería a que son «breves», por lo que ha considerado que no se puede considerar «una conversación» como tal. «Esperábamos un diálogo, no una respuesta corta», ha señalado Robin.

Después de eso, el piloto le cede el mando de la aeronave y sale de la cabina, para ir al servicio y, cuando el copiloto se queda solo, manipula el botón del Flight Monitoring System (Sistema de Control de Vuelo) para «accionar» el descenso del aparato. El fiscal de Marsella ha subrayado que ese sistema para seleccionar la altitud de vuelo solo se puede accionar de forma «voluntaria».

Robin ha contado que en la grabación se oye continuamente al copiloto «respirar con normalidad», lo que «a priori» descartaría que sufriera algún problema de salud. Cuando el comandante de la aeronave vuelve, llama a su compañero desde un interfono, se identifica pero no tiene respuesta alguna del copiloto. «Llamó a la puerta y el copiloto no respondió», ha contado, antes de subrayar que en el audio se escucha «una respiración humana dentro de la cabina hasta el impacto final».

«El copiloto a priori estaba vivo», ha considerado, antes de explicar que no respondió ni a las llamadas a la puerta blindada de su compañero ni a las llamadas de radio ni tampoco activó un «transpondedor» que habría permitido que la aeronave se convirtiera en un avión «prioritario» para recibir ayuda.

El fiscal ha contado que también se activaron las «alarmas» que alertan de que hay que recuperar «el estado del avión» para evitar el impacto contra el suelo pero no hubo respuesta alguna del copiloto. Finalmente, el aparato tocó «un talud» y terminó estrellandose en la ladera de una montaña.

El fiscal ha repetido en varias ocasiones que no se puede hablar de «un atentado terrorista» pero también ha dicho que hay una «intención» del copiloto de hacer caer el avión y ha subrayado que el botón que activó para hacer que la aeronave empezara a descender bruscamente no se pudo haber activado de forma fortuita porque requería un giro muy amplio.

En este sentido, ha dicho que si le hubiera dado por accidente con la cabeza al caer inconsciente, lo habría girado un poco pero no tanto como para hacer que el avión descendiera a un ritmo tan pronunciado como lo hizo.

«Un silencio total»

Pese a los reiterados golpes del piloto desde fuera, el fiscal ha dicho que «no se escucha absolutamente nada» en el interior de la cabina, al margen de la respiración, «durante los diez últimos minutos». «Había un silencio total», ha subrayado el fiscal.

Robin ha asegurado que el copiloto tuvo «una abstención voluntaria» al no abrirle la puerta de la cabina a su compañero y que accionó de forma consciente el botón que provocó la «pérdida de altitud», una «pérdida de altitud totalmente anormal». «Accionó ese botón por una razón que ignoramos que podría ser la voluntad de destruir ese avión», ha explicado. «No tenía ninguna razón para no responder», ha señalado.

Tras señalar que «no se puede considerar que fuese un accidente», ha hecho hincapié en que la caída del avión fue «una acción voluntaria del copiloto».

El fiscal de Marsella ha asegurado que la hipótesis de que el copiloto se encontrara mal está descartada porque «respiraba con normalidad». «Su respiración no cambia», ha afirmado, al volver a ser consultado por la actitud del copiloto.

Los pasajeros sólo se dieron cuenta en el último momento

Preguntado por la situación del resto de tripulación y los pasajeros, ha explicado que «solo se dieron cuenta en el último momento». «Los gritos solo aparecen en los últimos momentos», ha afirmado.

El fiscal de Marsella ha dicho que continúan buscando la segunda caja negra, la que recoge los parámetros de vuelo para poder analizar esos datos teniendo en cuenta la grabación ya analizada. En este sentido, se ha quejado de haber recibido más tarde de lo que esperaba la grabación de la primera caja negra y ha prometido mantener la transparencia en la investigación.

Sobre el copiloto, Robin lo ha identificado como Andres Lubitz, de 28 años de edad y de nacionalidad alemana y ha asegurado que tenía todas las certificaciones y que llevaba varios meses volando con aeronaves de la compañía, con «un centenar de horas en este aparato».

Preguntado sobre si va a modificar los cargos de su investigación, ha afirmado que, de momento, mantiene las indagaciones como un homicidio involuntario pero, en función de las pesquisas, podría cambiar su postura.

Sobre la familia del copiloto, ha asegurado que la Gendarmería está investigando «el entorno» y que la familia «va a ser interrogada», «sin duda alguna», con la colaboración de las autoridades alemanas. Al ser preguntado sobre si cree que lo sucedido se podría definir como «un suicidio», ha dicho que prefiere no llamarlo así porque el copiloto «tenía la responsabilidad sobre 150 personas».

En cuanto a la reacción de las familias al comunicarles que el copiloto habría estrellado el avión a propósito, Robin ha dicho que los familiares están «en estado de shock» y que «no creían lo que había pasado». Por último, ha afirmado que no cree que el proceso de identificación de las víctimas termine «antes de la semana que viene».

Andreas Lubitz

Lubitz, de 28 años, nació en la pequeña localidad de Montabaur, en el estado federado de Renania-Palatinado (oeste de Alemania). Tenía una experiencia de 630 horas de vuelo y había comenzado a trabajar en Germanwings en septiembre de 2013, según Lufthansa.

La alcaldesa de Montabaur, Gabriele Wieland, explicó a la agencia de noticias alemana «dpa» que el joven había vivido con sus padres y tenía también un alojamiento en Düsseldorf, ciudad a la que se dirigía el avión de Germanwings que se estrelló con 150 personas a bordo en los Alpes franceses.

«Andreas murió como primer oficial de servicio en la catástrofe aérea», publicó en su página el Club de Deportes Aéreo (LSC Westerwald) de Montabaur, del que era miembro, al conocer la noticia del accidente el pasado martes.

«Cumplió su sueño de volar, sueño que ahora ha pagado caro con su vida», manifestaban sus compañeros del club en recuerdo de un joven que, señalaban, «comenzó como piloto de planeadores y llegó a ser piloto de un Airbus A320».

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