La Audiencia de Sevilla ha condenado a dos amigos a un total de 33 años de cárcel por el asesinar la madrugada del 17 de junio de 2013 a un indigente que estaba en una caseta de bombeo agua de Utrera (Sevilla), al que causaron la muerte a pedradas y con palos.
La sentencia, se ha hecho pública este miércoles después de que el pasado 25 de marzo un jurado popular emitiera un veredicto unánime de culpabilidad para los dos amigos, a los que consideran autores de la paliza mortal porque uno propinó los golpes mientras el otro le alumbraba con una linterna.
Los jóvenes abandonaron en el lugar un ciclomotor con las llaves puestas después de que un vecino avisara a la Policía de los golpes que estaba sufriendo el indigente, que les dijo a los agentes: «Han sido los de siempre, los de la moto roja».
A uno de los condenados, Juan Carlos Fernández Oliva, de 22 años, la Audiencia le condena a 17 años y 6 meses de cárcel, y a su amigo, Gonzalo Domínguez González, que tiene 23 años, a 15 años y medio de prisión porque fue coautor y no ha quedado probado ningún acto de violencia.
Además, la Audiencia les condena a pagar a uno de los dos hijos del indigente fallecido una indemnización de 27.000 euros, según la sentencia, en la que se precisa que, según sus hijos, el fallecido vivía aislado de su familia y tuvo un trabajo y una vida relativamente normalizada hasta poco después de su separación.
El fallo judicial resalta que no existen pruebas directas de lo ocurrido pero sí indicios, como la declaración de un testigo cercano al lugar de los hechos, en el camino de Zarate, que alertó a la policía de la paliza que estaban propinando al hombre, que medía 1,68 y pesaba solo 48,5 kilos.
El hombre, conocido como el Chatarrero y que había tenido incidentes previos con los condenados, perdió un litro de sangre por una herida abdominal y recibió golpes que le provocaron múltiples heridas, la pérdida de tres dientes y la fractura de seis costillas, resalta la sentencia.
El hombre murió el 18 de junio del 2013 mientras le curaban en un hospital de Utrera de una herida en el labio superior que era tan profunda que permitía ver el hueso maxilar, momento en el que sufrió una parada cardíaca.
La autopsia posterior determinó que el indigente había muerto por la herida que tenía en el intestino delgado, que le provocó la pérdida «masiva» de sangre, hasta una quinta parte de la que tiene un cuerpo humano.
Otros de los testimonios que han servido para condenar a los amigos, ambos con antecedentes penales, es la conversación que oyó un guardia civil mientras estaban detenidos en el calabozo, según la cual dijeron: «La que le dimos a este hijo de puta, total, nadie le va a echar de menos».
La Fiscalía había pedido una pena de 20 años de cárcel para cada uno de los jóvenes, a los que acusó de actuar por «diversión» y sin ningún motivo, y la defensa la libre absolución.
Uno de los acusados alegó que tiró dos piedras al indigente pero en defensa propia porque le estaba agrediendo con un palo y el otro alegó que no estuvo en el lugar de los hechos, versión que se rechaza en la sentencia.