El mar y el buceo libre se lo dio todo. Natalia Molchánova, 53 años, plusmarquista mundial en buceo libre con más de 40 registros y un palmarés que reúne una veintena de preseas de oro. El buceo libre y el mar era su vida y allí se la dejó.
La tragedia se desencadenaba la tarde del domingo 2 de agosto en aguas de Formentera. Pasadas las 17 horas inició junto a otros tres submarinistas la que sería su última inmersión.
Siete días después, el cuerpo de Molchánova sigue sin ser localizado.
La apneísta de competición Eva Gómez Torres destaca que Natalia «no era una submarinista cualquiera. Era un mito. La mejor apneísta». Partiendo de esta premisa, la instructora de esta modalidad de buceo en Eivissa y Formentera considera que fue un accidente. «No por falta de seguridad, sino por un error de logística».
«No es un deporte de riesgo» subraya a PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA Eva Gómez, quien explica que cuando uno es instructor «está por los alumnos. En ningún caso vas al límite». Por este motivo, descarta que Natalia se ahogase o que sufriese lo que se denomina un síncope o la samba previa.
La apneísta abunda en el hecho de que trabajar a 30 o 40 metros de profundidad para una campeona como Natalia es como hacerlo a 2 metros para el resto. «La samba y el posterior síncope sólo se da en superfície o poca profundidad y eso ella lo detectaría».
Ella apunta a un exceso de confianza: «El Mediterráneo tiene fama de ser tranquilo pero el mar es imprevisible. Los primeros 20 o 30 metros el agua está caliente pero luego está la termoclima y las corrientes”.
Otro factor es que no llevaba sistema de seguridad anyard (el apneísta lleva un velcro a la muñeca que se engancha a un mosquetón que se desliza por el cabo). Pase lo que pase el cuerpo está sujeto. Sin esta sujeción, los 50 kilos de peso de Natalia más 6 de lastre «los arrastra la corriente en cuestión de segundos». Ante esta tesitura, las posibilidades de recuperar el cuerpo de Natalia Molchánova son escasas.