«Empezamos a caminar y, de repente, escuché el rodar del coche, giré la cabeza y vi que era el mío. Corrí para intentar pararlo, pero cuando llegué a la puerta las dos ruedas delanteras ya estaban inclinadas sobre el precipicio», así recuerda Toni Verdejo el maltrago vivido el mediodía del viernes cuando su coche se precipitó por un acantilado de Platges de Comte.
Después vino la caída de unos 20 metros con una vuelta de campana y un fuerte impacto contra una gran roca junto al agua y donde había un grupo de bañistas. «Se oyó un gran estruendo. Muchos gritos de la gente. Cuando vi que el coche no había aplastado a nadie, respiré tranquilo». 48 horas después Toni y su amigo Jorge Ureña son conscientes de que, dentro de la desgracia, el mal es el menor. «Imagínate si coge a un niño o un adulto de los que estaba en la zona», apuntó a PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA.
La imagen del crossover marca Peugeot semihundido en la cala circuló rápidamente por las redes sociales. El teléfono de Toni no para de recibir llamadas y whatsapps. Su facebook bulle de actividad. Más de 500 mensajes ha recibido desde el accidente. El coche quedó siniestro total. «Ya ves. Me quedan dos años de letras por pagar y no tengo coche», señala irónicamente el joven valenciano de 24 años.
Toni recuerda que, recientemente, la Unión Europea emitió un aviso de fallos de fábrica en el freno de mano. Esta alerta indica que «las unidades producidas de ese modelo tienen mal ajustado el freno y la falta de tensión puede provocar accidentes cuando se deja el vehículo aparcado en cuesta».
Una circunstancia que se dio el viernes en Platges de Comte. Afortunadamente, el aparatoso accidente no causó ningún herido. «En cuestión de segundos se arremolinaron junto al coche una veintena de personas». Primero fueron en auxilio de alguna posible víctima. Pasados unos minutos y el impacto inicial, los presentes ya buscaban inmortalizar el momento con una foto o vídeo.
En la guantera llevaban los dos billetes del barco que ayer les llevó de regreso a Valencia. «Los tuvimos que poner debajo del secador. Los billetes, la documentación y el dinero estaban calados», relata Jorge el otro protagonista de este accidentado viaje. Vinieron en coche y ahora se marchan con las maletas a cuestas. Eso sí, los dos tienen claro que el año que viene volverán a Eivissa. «Tenemos pendiente una visita a Platges de Comte», subrayan.