«Hemos vuelto a nacer», le comenta Mari Carmen a Belén. La noche del lunes la velada se prolongó y eso les salvó de estar en la habitación donde, a las 3 de la madrugada, se empotró un Porsche Cayenne después de hacer un recto en la rotonda entre Cala Molí y Cala Tarida.
El vehículo, de alta gama y 2.700 kilos de peso, voló unos cinco metros y acabó incrustado contra el inmueble de dos alturas. La parte delantera del coche quedó sobre el cabezal de una de las camas en una habitación llena de cascotes y polvo.
«Fue un estruendo brutal. Como un terremoto», apunta Mari Carmen. Ella, Belén y Carmen estaban en el cenador que hay justo en la otra parte de la casa cuando les sorprendió el espectacular accidente. «Salimos y vimos que la valla había caído sobre nuestro coche. En ese momento no vimos el todoterreno. Entonces entramos en la casa. Despertamos a Joaquín y cuando entramos en la otra habitación nos quedamos muertas de la impresión», narró Belén a PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA.
Carmen es la que peor llevó el siniestro. «Ha sido muy fuerte. Una impresión tremenda. Podía haber pasado una tragedia». Las tres amigas recuerdan que Joaquín «estaba blanco. Le mudó la cara». Ellas se pusieron a llorar y se fundieron en una piña.
Una vez fuera, vieron al conductor del coche. Le preguntaron si él y su acompañante estaban bien y les contestó que sí. El impacto fue espectacular pero el sistema de airbags evitó daños a los ocupantes del vehículo, que a penas sufrieron algunos rasguños.
Maria Carmen llamó al 112 y alertó del aparatoso accidente. 20 minutos después llegó una patrulla de la Policía Local de Sant Josep. Los agentes reclamaron al conductor para una prueba de alcoholemia y el resultado fue positivo: 0,64 miligramos de alcohol por litro de sangre. Pasadas las 4 de la madrugada llegó una primera grúa que, finalmente, no pudo retirar el vehículo debido al gran peso del coche y «a que estaba muy incrustado», explicó un responsable de Grúas Ibiza.
Con el miedo en el cuerpo
Pasadas las 5 de la madrugada, los cuatro amigos de Rute, Córdoba, se repartieron en los sofás del comedor «para domir juntos, aunque al final no pegamos ojo», apuntó Belén.
«Es una experiencia que no se puede olvidar. Llegamos ayer por la tarde. Celebramos el cumpleaños de una amiga y gracias a eso estuvimos despiertas hasta tan tarde. Si no es por eso, nos hubiese cogido en la habitación y quién sabe que hubiese pasado», narró Mari Carmen.
Sobre las nueve de las mañana llegó una nueva grúa pluma de gran tonalaje con tres técnicos. Esta vez sí pudieron desencajar el coche de 2.700 kilos.
El encargado del apartamento, quien denunciará al conductor del coche por los daños, consiguió un alojamiento para los cuatro amigos en un hotel «Elegimos el apartamento porque buscábamos tranquilidad y el primer día casi se nos acaban las vaciones» señaló Carmen con la voz todavía quebrada por el sobresalto.