«Ve con cuidado por la calle». «Vigila tus espaldas, hija de puta». «Hasta que no abandones la isla, no voy a parar». Son algunos de los mensajes amenazantes realizados presuntamente por Y.C., una joven de Eivissa que fue juzgada ayer, acusada de un delito de usurpación de identidad, amenazas e injurias a una exnovia de su pareja.
La titular del juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa, Martina Rodríguez, dejó el caso visto para sentencia tras escuchar las declaraciones de una docena de testigos involucrados directa o indirectamente en este caso de acoso a través de las redes sociales.
La Fiscalía solicita para la acusada una multa de 240 euros (12 euros durante 20 días) por una falta de usurpación, mientras que la acusación particular solicita una pena de 1 año y 3 meses de prisión por amenazas, 7 meses más por un delito de injurias y una indemnización de 15.000 euros por perjuicio moral y psicológico. La defensa pide la libre absolución.
Uno de los testigos citados fue el padre de la acusada, quien fue detenido en un primer momento tras comprobar que los mensajes amenazantes se difundían desde el ordenador que había en su casa.
Explicó que su hija fue a verlo a los calabozos de la comisaría para decirle que ella no había sido, pero él pensaba que sí «porque su marido había salido anteriormente» con la víctima.
Según el relato de los hechos y la narración de varios testigos, los mensajes amenazantes se realizaban desde al menos tres nicks diferentes (usuarios). Uno de ellos llevaba el nombre de la víctima, de ahí la acusación de usurpación de la identidad.
Los hechos se prolongaron desde principios de 2011 hasta finales de 2012. La Policía Nacional siguió el rastro de los mensajes, que los llevó hasta el ordenador que utilizaba la acusada, pero también a «muchas amigas que iban por su casa».
Entre los mensajes difundidos en las redes sociales, había uno que indicaba que «había contagiado una enfermedad venérea».
A consecuencia de estos hechos, la víctima, M.G., sufrió diversas crisis de ansiedad. Según su pareja, algunas amenazas fueron de muerte. «Tuvimos que ir a Can Misses» porque al final también llegaron amenazas telefónicas al trabajo. Tiempo después, la acusada envió mensajes a varias personas pidiendo perdón. El juicio quedó visto para sentencia.