«Llegué sobre las 8,30 de la mañana y vi una gran columna de humo negro y luego el fuego. Intentamos apagarlo pero las llamas iban a más. Llamamos a Joanet al teléfono móvil y no contestaba. En ese momento nos temimos lo peor. Cuando los bomberos extinguieron las llamas, nos dijeron que dentro había una cadáver carbonizado», Así recordaban José Antonio Ferrer y Dani Ripoll el incendio en el que perdía la vida Joan Marí Ferrer, su compañero de trabajo en el restaurante Cala Martina, en Santa Eulària.
Joan, vecino de Sant Joan de Llabritja de 50 años, vivía desde hace un tiempo en una caravana propiedad de su jefe y que estaba estacionada junto al restaurante en el que trabajaba como cocinero de temporada desde hace unos diez años.
El 30 de octubre fue su último día de trabajo. El martes bajó a Vila para arreglar los papeles del paro y sobre las 17,30 horas regresó en un taxi a Cala Martina. «Lo vi llegar. Estuvimos un rato hablando y me dijo que se iba a la caravana a cenar y a dormir», recordó José Antonio Ferrer, compañero de la víctima. «Cuando venía esta mañana al restaurante me han llamado diciéndome que la caravana estaba en llamas. Nada más llegar he cogido una manguera y he empezado a lanzar agua pero el fuego estaba muy cogido por todo el vehículo. Era imposible de apagar», recordó José Antonio, quien apuntó que hasta que los bomberos le comunicaron que dentro había un cadáver, todos pensaban que Joan «había madrugado y marchado a hacer gestiones a Vila».
Los Bomberos de Eivissa recibieron la alerta pasadas las 8,30 horas. Hasta el lugar del siniestro se desplazó una dotación de 4 bomberos y un cabo en un vehículo BRP 2 cargado con 5.000 litros de agua. Estuvieron trabajando hasta pasadas las 11 de la mañana.
El material altamente inflamable que había en la caravana favoreció que las llamas cogiesen fuerza en cuestión de minutos. Cuando el fuego fue extinguido, sólo quedaba una parte minúscula de la estructura del vehículo. El resto era un amasijo de hierros y, entre estos, un cadáver completamente calcinado.
Hasta el lugar del siniestro se desplazó una patrulla de la Policía Local de Santa Eulària y la Guardia Civil, que se ha hecho cargo de la investigación.
Pasadas las once las mañana se ordenó el alzamiento del cadáver. Los agentes de la Guardia Civil precintaron la zona para «evitar una contaminación del escenario del siniestro» y, posteriormente, los trabajadores del establecimiento instalaban una valla de cañizo para evitar la mirada de curiosos.
Pasado el mediodía, llegaban al restaurante otros compañeros de la víctima. Especialmente dolido, José Manuel Aguilar, su compañero en la cocina durante las últimas tres temporadas.
Visiblemente afectado, José Manuel apuntó que estaba en Vila cuando se cruzó con un cliente del restaurante que le comentó que si se había enterado de la desgracia. «Le dije que no sabía nada y me comentó que Joan había muerto en un incendio. Me quedé frío», señaló. «Era un tío muy simpático, muy buen compañero. Nos reíamos mucho juntos», recordó.
Mientras tanto, José Ferrer, el propietario del restaurante Cala Martina y de la caravana escenario de la tragedia, apuntó que cuando le llamó su hijo y le contó lo que había pasado no se lo podía creer. «Llevaba ya 10 años trabajando conmigo. Había alquilado su casa de Sant Joan y me pidió que le dejase la caravana. Ahí vivía. Decía que estaba enamorado y que se iba a ir a vivir con su novia», recordó José, quien añadió que Joan no tenía hijos.
Los investigadores del fuego de la policía judicial de la Guardia Civil con base en Palma se han hecho cargo de la investigación. Por el momento no se descarta ninguna hipótesis. La autopsia, que se realizará hoy, hará luz sobre la causa de la muerte, y deberá determinar que el cadáver corresponde a Joan Marí Ferrer, de can Jaume Rafila. Las primeras hipótesis apuntan a un cigarrillo mal apagado o quizás a un cortocircuito como origen del fuego.
A escasos metros del escenario del incendio mortal, un grupo de bañistas pasan el día y comentan el dramático final de «Joan el cocinero». Llegan nuevos compañeros de trabajo y vuelven a repetirse los abrazos y las caras desencajadas ante la fatalidad.
«En un descuido se te va la vida», comentaba uno de los compañeros de la víctima que se acercó ayer hasta Cala Martina para despedir in situ a su amigo.