«La situación daba miedo. El fuego, el humo y la gente nerviosa. No sabía qué hacer porque mi madre utiliza una silla de ruedas que no entra en el ascensor. Hubo un momento en que pensé: me la cargo a la espalda y bajamos pero al final nos dijeron de aguantar». Así recuerda Francisca Sánchez los momentos de tensión que vivieron la noche del miércoles los vecinos de la calle Barcelona de Sant Antoni.
Eran las 20,40 horas cuando José Riera, un vecino del número 18, alertaba a la Policía Local del incendio. «Escuchamos una explosión muy fuerte. Al salir a la calle –su vivienda está a escasos 10 metros del taller siniestrado- se produjo una segunda explosión y al poco tiempo empezó a salir una gran cantidad de humo negro», recordó su hermano Antonio.
Tensión e incertidumbre
A partir de este instante la tensión en la zona fue in crescendo. Especialmente entre los vecinos del número 19. Francisca fue una de las que más angustia pasó. Vive en la tercera planta con su madre, Dolores, de 89 años y que tiene problemas de movilidad. Pasaron dos horas de nervios aunque confiaban en la actuación de los equipos de emergencias. En otra puerta del tercer piso vive Amalia, otra octogenaria con movilidad reducida, que permaneció en la casa con una mujer que la atiende hasta que llegaron sus hijos.
Doce horas después y todavía con el susto en el cuerpo, Francisca critica la ubicación de talleres en inmuebles con viviendas. «Los talleres al polígono» enfatizó junto a su vecina Carmen Lorente. «Al final ha pasado lo que tenía que pasar.
En esos locales hay coches, combustible, pinturas, todo material inflamable y eso es un peligro para el resto de vecinos», argumentó Francisca, quien apuntó que el Ayuntamiento no debería permitir estas situaciones.
José Ángel Casas y Pedro Amnusco también salieron a la calle alertados por las explosiones. «Se escuchaba boom, boom, y salían chispas y mucho humo», apuntó José Ángel, quien explicó que la calle era un hervidero de gente. «El olor a carburante era muy fuerte», apuntó.
Por su parte, Maria Torres, vecina de la calle Menéndez Pidal, explicó que los bomberos avisaron a su hija y entraron por el garaje para atacar el incendio por la parte trasera del taller. «Yo me encontré todo el panorama en la calle cuando llegué del centro social de Jesús. Policía, bomberos y gente de todo el pueblo en la calle».
Destrozados por el incendio
Patricia es una de las socias propietarias del taller El Maño. Ayer por la mañana comprobaba junto a sus compañeros el estado en que ha quedado el taller. «Lleva abierto unos treinta años pero nosotros nos hicimos cargo hace un año y medio.
Da mucha pena e impotencia. Toda la ilusión que pone uno se va al traste en cuestión de un instante», lamentó Patricia, quien apuntó que todos los días apagan todos los cuadros eléctricos antes de cerrar a las 20,15 horas. Ayer, 30 minutos después les llamaron informándoles del incendio.
El jefe de los Bomberos, Miguel Sevilla, inspeccionó ayer el local siniestrado y localizó el origen del fuego en una zona de la entrada donde había el vehículo más dañado y una estantería con materiales inflamables. «Los coches y los materiales utilizados desencadenaron incialmente un riesgo alarmante pero las intervención por dos frentes fue muy eficiente», señaló Sevilla, quien apuntó que el origen sería accidental. Añadió que la estructura del edificio está bien pero que los daños de las instalaciones son muy graves por el calor y el humo.