Bernat Joan presenta hoy a las 20.30 horas en Can Ventosa su nuevo libro L'esquerra conservadora. Paper sobre el conservadorisme de les esquerres a Europa, un ensayo o reflexión sobre el papel de las izquierdas y sus dogmas, así como de los prejuicios de las izquierdas y las derechas. Un llamamiento a la modernización y adaptación de las izquierdas a la realidad ciudadana actual.
—¿Es la izquierda conservadora?
—Por supuesto. En este libro me refiero a la izquierda conservadora en el peor sentido de la palabra porque me refiero al término conservador en cuanto a la dificultad de renovación. En Europa hay muchas fuerzas de izquierda que tienen dificultades para renovarse y adaptar su discurso y sus proyectos a la realidad de la ciudadanía.
—¿A qué se refiere?
—Verá, como en sus orígenes, la izquierda actual es mayormente marxista y pesan mucho los primeros teóricos como Marx o Lenin, cuyas ideologías han sido consideradas como si fueran libros sagrados, como una religión, esto lo que hace es dificultar que la izquierda supere estos dogmas y se adapte a las necesidades del siglo XXI porque hay un peso muy grande del dogmatismo del cual proceden. Por tanto, la mayoría de las izquierdas europeas son muy conservadoras y lo están pagando.
—¿Hay algún partido que sea menos conservador?
—Hay que lo son menos, que no son dogmáticos o que tienen sectores muy diferentes en el mismo partido y que pueden llegar a gobernar, como los laboristas británicos, que son mucho más flexibles que las izquierdas europeas. En general las socialdemocracias nórdicas han demostrado, con el tiempo, que tienen la capacidad de responder a las inquietudes de la sociedad pasando por encima de catecismos y credos preestablecidos. También ha habido algunas experiencias en Italia, como el intento de Romano Prodi de hacer una especie de Partido Demócrata de Italia. Pero a la mayoría les falta flexibilidad.
—¿Y qué me dice de Podemos?
—Podemos es antiquísimo, basta ver cuáles son sus referentes. Dentro del concepto de izquierdas conservadoras, Podemos es el más conservador de todos.
—¿Así que en España no hay ningún partido de izquierdas que se salve ?
—Bueno, en su momento los socialistas de Felipe González, en la transición, hicieron un intento en este sentido, apadrinados por la socialdemocracia alemana, porque solos no eran capaces. Y luego hay partidos periféricos como Esquerra Republicana de Catalunya, que han superado bastante estos dogmas, de hecho, no han sido izquierdas dogmáticas tradicionalmente.
—¿Qué le llevó a escribir este libro?
—Pues parte de una deria mía de hace años. Las derechas no están tan sometidas a bases teóricas y tienen una capacidad de adaptación de discursos porque funcionan con otros parámetros, seguramente los partidos conservadores europeos o los liberales de derechas se han renovado más que los de izquierdas en base a unos criterios de eficacia electoral y de gobierno, mientras que las izquierdas han continuado muy prisioneras de su ideología. La guerra fría hizo mucho daño a las izquierdas y retardó esta necesidad de renovación. Yo me considero liberal progresista de izquierdas, y esto me causaba inquietud porque creo que las izquierdas deberían tener la misma capacidad de renovación que las derechas y no la tienen debido a estos lastres que arrastran. Tenemos que salir de esta especie de círculo vicioso en que lo encaja todo en derecha o izquierda. Este prejuicio no permite hacer buenos análisis de la realidad.
—¿Qué conclusión sacará una persona tras leer su libro?
—Que hay que hacer cosas y cambiar la mentalidad sobre cómo hay que organizar la vida política. Por ejemplo, en la manera de analizar la economía, es igual de válido acogerse a las teorías económicas más tradicionales de la izquierda, de hace 150 años, y aplicarlas en la actualidad que si ahora pretendiéramos usar los medios de transporte que se hacían servir hace 150 años. ¿Verdad que ahora ya no vamos en carro y vamos en avión y tenemos un sistema de trenes y carreteras que han cambiado absolutamente la vida? Pues políticamente hace falta este cambio.