Como consumidores, cada vez nos importa más lo que hay detrás de la ropa y los complementos que lucimos; el impacto medioambiental que supone la creación de estas prendas, su país de procedencia o las condiciones en las que trabajan las personas que se encargan de confeccionarlas.
El algodón orgánico, los textiles biodegradables, las fibras naturales como el cáñamo, y los materiales ecológicos y reciclados se imponen ante los agentes químicos y sintéticos que nos han vestido durante demasiado tiempo.
La preocupación por el medio ambiente ha ido poco a poco conquistando a las firmas de moda y cada vez son más las que se suman a esta nueva tendencia de la moda sostenible, también conocida como slow fashion.
La pasada New York Fashion Week se inauguraba con un espectacular desfile titulado Future Fashion en el cual las modelos se deslizaron por la pasarela luciendo 30 looks creados por los diseñadores más prestigiosos del mundo elaborados a base sasawashi (tela japonesa creada con hierbas y papel), cáñamo, piña, fibras de maíz, bambú y algodón orgánico.
Aunque todavía son considerados como productos premium por su alto coste de producción, sí es posible crear moda con unos valores éticos y sostenibles siguiendo las últimas tendencias y a precios asequibles.