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La fosa de Sant Ferran de ses Roques, el ‘petit cementiri baix la lluna'

Interior del cementerio de Sant Ferran, donde se cree que están enterrados cinco hombres fusilados durante la Guerra Civil. | D. S.

| Formentera |

Bajo el título de Les grans cementieres sous la lune (Los grandes cementerios bajo la luna), Georges Bernanos plasmó los hechos que tuvieron lugar en Mallorca en los meses posteriores al Alzamiento Nacional y sobre todo después de los desembarcos de Bayo y Uribarri en Mallorca, Ibiza y Formentera. Pocas poblaciones de las islas se libraron de la barbarie de la represión. Formentera tampoco fue ajena a dichos hechos.

Se debe tener en cuenta la doble represión que sufrieron las Pitiusas, la primera con la toma de estas por las fuerzas de la Generalitat encabezadas por Bayo, la cual se saldó en Formentera con la muerte del cura de la Parroquia del Pilar de la Mola, Antonio Marí Torres, del sargento de infantería retirado Marcos Ramón y del cartero de ideología falangista Bartolomé Torres, tal como lo citan los historiadores Parrón y Romero. Sus muertes tendrán lugar en los primeros de ocupación anarcosindicalista de la isla y en el mismo puerto de la Savina. Hay que decir que la intervención del líder anarcosindicalista Andreuet salvó a todos los dirigentes de Falange en Formentera de correr la misma suerte que las tres víctimas anteriormente citadas.

Tras la huida de Bayo y la posterior llegada de las tropas nacionales el día 20 de septiembre de 1936, será cuando se inicie la auténtica represión, la cual se saldó en Formentera con 12 muertos y cinco fosas comunes.

Cinco fosas comunes son los pequeños cementerios bajo la luna de Formentera repartidos entre Sant Ferran, de la que se iniciarán los trabajos de apertura mañana, 29 de noviembre, en la que previsiblemente se hallan enterrados cinco de los represaliados de Formentera, la de Sant Francesc con otras cinco personas y las de es Caló de la Mola y la de es Pujols, con un muerto cada una.

De la llegada a Ibiza y Formentera de la Legión de Mallorca y del Conde Rossi, principal instigador de la primera fase de la represión en las islas, el día 20 de septiembre, nos habla el médico mallorquín y testigo de excepción de los hechos, Bartolomé Mestre en su obra ¿La última palabra?, Mallorca 1936-1939. Memorias de un soldado médico. En un momento de su narración la cual transcurre en el puerto de Ibiza, escribe: “El conde Rossi estaba allí con su gesto altivo y dominante. Se le acercaron unos hombres y le hablaron en voz baja. Estábamos cerca y pudimos ver como fruncía el ceño y cambiaba el aspecto de su cara. –Fucilátelo súbito- dijo con voz potente. Le saludaron con el brazo en alto y se fueron apresurando el paso. Momentos después llegaba hasta nosotros el ruido de una descarga…”. Algunas páginas más tarde, Mestre narrara el intento de los Dragones de la Muerte de emular la matanza del Castillo, esta vez con los actores cambiados de bando.

La memoria oral es una gran fuente de información sobre la Guerra Civil, en las Facultades de Historia de España y como no en la de la Universitat de les Illes Balears, durante los años 80 del siglo pasado fue muy común utilizar el libro Recuérdalo tú y recuérdalo a otros de Ronald Fraser, auténtico libro de cabecera para los historiadores de la Guerra Civil que en aquella época tuvimos la suerte de poder entrevistar a las personas que habían vivido de cerca ese gran drama que fue nuestra Guerra Civil.

Gracias en parte a esa historia oral, los historiadores Parrón, Colomar, Romero, Ruiz, Lluy, Moreno, Riera y todos los que en su momento han estudiado la Guerra Civil en Eivissa y Formentera, han podido trazar los hechos de la represión en las islas.

Represión estructurada en dos fases, la violenta como la que nos narra Mestre en su obra y otra con un cierto tinte legal a la cual pertenecen las víctimas que figuran en la Causa General. En dicha Causa General figuran todas las causas abiertas a las personas que no se consideraron adictas al Movimiento Nacional. Entre ellas podemos encontrar la del maestro Antonio Albert i Nieto o las de las llamadas sindicalistas de Can Ventosa. Esperemos que en un día no muy lejano las podamos consultar en la red ya que la parte de digitalización ya está realizada.

Volviendo al título de este artículo y tal como he señalado anteriormente, mañana se procederá al inicio de los trabajos de apertura y exhumación de las víctimas de la represión que según la historia oral se hallan enterradas en el cementerio de Sant Ferran.

La gran labor de entidades como el Fòrum per la memoria d'Eivissa i Formentera, han permitido que se aplicara en Formentera la ley 10/2016, conocida popularmente como la llei de fosses. La Conselleria de Cultura i Participació ha dado un gran impulso a dicha ley, traduciéndose en la apertura de las fosas de Porreres y Montuïri con resultados positivos en la primera y negativos en la segunda. Algunas veces la historia oral falla.

En la fosa de Sant Ferran se cree que están enterradas las cinco personas que fueron fusiladas en el exterior de dicho cementerio. Llama la atención que estas víctimas lo sean de una represión tardía ya que los hechos tuvieron lugar la madrugada del día 1 de marzo de 1937, tal como apuntan los responsables de las pequeñas biografías que acompañan a la petición de apertura de la fosa. El motivo más probable fue el tema económico, tal como sucedió con Antonio Mayans Mayans, fusilado en la Pedrera d'en Coix el 20 de noviembre de 1936.

Los cinco fusilados

Las personas que en un principio se piensa que están enterradas en el Cementerio de Sant Ferran son Jaume Ferrer Ferrer, conocido como Jaume de na Morna, de oficio marinero y residente en el Cap de Barbaria. No se le conocía significado político, como citan en su biografía, y su muerte posiblemente fue económica ya que según la historia oral, algún falangista lo extorsionaba para conseguir xulla y dinero.

Josep Ribas Marí, conocido como Pep de Baix, nacido en Santa Eulària y marinero de profesión como Jaume de na Morna. Cuando lo fusilaron en Sant Ferran contaba con 37 años de edad.

Joan Tur Mayans de can Pep Damiá, un adolescente el día de su muerte ya que solo contaba con 18 años. Se le acusó de ser el responsable de haber sacado tres imágenes de la iglesia de Sant Ferran y haberlas lanzadas al mar, posiblemente el día 21 de abril de 1936. Curiosamente a los fusilados de Campos (Mallorca) y enterrados en Montuïri se les acusó de intentar prender fuego a la iglesia de dicho pueblo.

Jaume Serra de can Mariano d'en Corda, nacido en Formentera, trabajador de Salinera Española S.A., por lo que debía tener alguna relación con las ideas anarquistas que imperaban entre los trabajadores de las salinas de Formentera.

Y, por último, Vicent Cardona de can Fumeral, natural de Formentera.

Las labores de apertura de apertura y exhumación de la Fossa de Sant Ferran deben ser de total respeto hacia las víctimas ya que bajo ningún concepto estas son patrimonio de ninguna entidad, sino que son patrimonio de las familias.

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