ESPECIAL PARA UH
La décimo séptima etapa del Giro 99, entre las localidades de
Lumezzane y Castelfranco Veneto, una de las más largas con 215
kilómetros, fue una especie de marcha cicloturista para el pelotón
y que aprovecho el italiano Mario Cipollini para anotarse su cuarta
en la presente edición.
Los tediosos y aburridos 212 kilómetros fueron recorridos por Mario Cipollini, que suma así 29 victorias en sus diferentes participaciones en la Vuelta a Italia, en cinco horas, 42 minutos y 49 segundos, a una velocidad media de 37'329 kilómetros por hora.
Tras él entraron sus compatriotas Tossato y Pieri y el ruso Smetanine, que daban tiempo al pelotón principal, en el que iban los primeros de la general, por lo que ésta no sufre cambios en sus primeros puestos y por cuarto día consecutivo, quinto en lo que va de carrera, Pantani lidera con 2:05 sobre su compatriota Savoldelli y 2:06 con respecto al francés Laurent Jalabert.
Fue una etapa para el olvido. Un trámite que había que cumplir y dejó contentos a la totalidad de los equipos. La etapa, previa a una de las decisivas jornadas de la carrera como es la contrarreloj individual de Treviso de 45 kilómetros, dejó las cosas como estaban al comienzo de la misma, pues los equipos que luchan por el podio no tuvieron que hacer ningún esfuerzo extra para cumplir el expediente.
Los rivales más directos de Pantani no quisieron castigarle y eso hizo que la jornada fuera tediosa, pues los equipos que están en la carrera con el único objetivo de ganar etapas tampoco se dejaron ver.
Una marcha cicloturista en la cual los únicos sobresaltos eran los tirones de algunos corredores que, al acercarse a las localidades donde viven, pedían permiso para saludar a sus parientes como fue el caso de los italianos Zaina, Velo y Rebellin y el kazajo Teteriouk, entre otros.