Decenas de miles de bávaros aclamaron al «dios Oliver Kahn», el artífice de la victoria del Bayern Múnich en la final de la Liga de Campeones, a pesar del malestar expreso de la Iglesia católica por ese tipo de «metáforas» futbolísticas.
La llamada del prelado de deportes de la Iglesia Bávara, Karl Heinz Summerer, a no mencionar el nombre de Dios en vano ni mezclar el fútbol con las alturas apenas tuvo impacto entre el aficionado del más católico estado alemán. La caravana del Bayern fue recibida, en la abarrotada Marienplatz, la plaza del Ayuntamiento de Múnich, con los vítores de decenas de miles de gargantas, dispuestas a expresar su veneración al «dios Kahn». El poderoso equipo bávaro consiguió su ansiado «doblete» -título de la Bundesliga, el pasado sábado, más la Liga de Campeones-, gracias al decisivo parón del arquero, en la ronda de penaltis. El centro de Múnich estalló en un jolgorio de bocinazos, gritos y canciones, mientras miles de coches convertían las calles en un mar de banderas.