José Antonio Pascual|MADRID
El Real Madrid partirá hoy a Múnich, donde el martes se enfrentará
al Bayern en el partido de ida de los octavos de final de la Liga
de Campeones, un territorio prohibido históricamente, porque nunca
ha conseguido ni siquiera sacar un empate.
El conjunto bávaro ha vencido siempre al madrileño en su feudo del estadio Olímpico, aunque esas victorias a veces han resultado insuficientes y esas derrotas han permitido al equipo español superar la eliminatoria, como en el último precedente, en la campaña 2001-02.
Múnich es, por lo tanto, una ciudad esquiva para el Real Madrid, uno de esos raros puntos negros que tiene en su extensa y dilatada andadura europea, porque de una manera o de otra nunca ha podido evitar la derrota.
La atmósfera que rodea al estadio Olímpico se transforma en estos enfrentamientos. Lejos del ambiente casi frío de otros partidos, los graderíos se convierten en una caldera de enfervorizados seguidores que embruja a los futbolistas: a los del Bayern los espolea y a los del Real los paraliza.
El Real Madrid ha sufrido desde goleadas contundentes a derrotas ajustadas. Ni siquiera le ha valido tomar la delantera en el marcador, tener el partido controlado y enfocar la recta final del choque en ventaja, como en su última visita, porque irremediablemente ha terminado doblando la rodilla.
La del martes será la primera vez que ambos acorazados del fútbol europeo, que reúnen entre ambos trece entorchados en la máxima competición continental, se encuentren en una eliminatoria de octavos de final.
La discreta primera fase del Bayern le abocó a la segunda plaza de su grupo tras el Olympique de Lyon y el sorteo dictó este choque de trenes.
Hasta ahora, con la excepción de los partidos que dirimieron en la segunda liguilla de la campaña 1999-00, bávaros y madridistas se habían medido en semifinales o en cuartos de final, con suerte dispar pero con un dato invariable: victoria del Bayern en el Olímpico.
En la primera visita del Real Madrid, en la vuelta de las semifinales de la temporada 1975-76, Torpedo Müller, con dos goles en la primera mitad, cortó las alas al conjunto de Miljan Miljanic, que acabó en inferioridad por la expulsión de Amancio Amaro tras desplazar un balón lejos después de que el árbitro señalizase una falta.
Como no podía ser menos, estos duelos han sido pródigos en anécdotas, que comenzaron en la ida, cuando un aficionado, conocido como «el loco de Chamartín», saltó al campo y agredió al colegiado austríaco Linemayer, quien no había señalizado un penalti a Carlos Alonso Santillana y el partido terminaba con 1-1. Este hecho le costó al club blanco la clausura del Bernabéu por dos partidos.
Pero es que en la vuelta, los jugadores madridistas también recuerdan cómo Sepp Maier, el mítico arquero del Bayern y de Alemania, saltó al campo comiendo pan. Algunos futbolistas del Real lo entendieron como un acto de soberbia, ya que les quería decir: «Sois pan comido».
Once años después, en las semifinales de la edición 1986-87, la ida se disputó en el Olímpico. El Real, en el que se había abierto hueco ya la Quinta del Buitre, sucumbió por 4-1 en un choque muy polémico, porque el malogrado Juan Gómez «Juanito», sacó su carácter más díscolo y fue expulsado por pisar la cabeza de Lothar Matthaeus, porque Mino también se retiró a los vestuarios en el segundo tiempo y porque la actuación del colegiado escocés Valentine fue muy criticada desde Madrid.
Si ese resultado sentenció la eliminatoria, en los cuartos de final de la siguiente campaña el Real Madrid se tomó cumplida revancha y superó por primera vez en el global al Bayern que dirigía Jupp Heynckes, años después técnico blanco.
Los bávaros, comandados por Matthaeus, el meta belga Jean Marie Pfaff y Klaus Augenthaler, aprovecharon el final del primer tiempo y el inicio del segundo para situarse con un 3-0, pero el Real Madrid en esta ocasión no se desmoronó y en un final pletórico, con goles de Emilio Butragueño y Hugo Sánchez -de falta muy esquinada, que sus compañeros no querían que lanzase directa- lograron mantener con vida la eliminatoria, que se decantó del lado español en el Bernabéu con un 2-0.
Hubo que esperar más de una década para que ambos se volvieran a ver las caras. Quizá por ello, el azar hizo que se enfrentaran en la segunda liguilla de clasificación y en las semifinales.
El Bayern venció los dos encuentros de la ronda previa, 2-4 en el Bernabéu y 4-1 en el Olímpico en sendas lecciones, pero las semifinales fueron otra cosa.
El francés Nicolas Anelka y Raúl González firmaron el triunfo madridista en la ida (2-0), y en la vuelta el delantero galo, con un gol de cabeza a los 31 minutos rubricó el acceso a la final, aunque, como no podía ser menos, el Bayern, gracias a un tanto del brasileño Giovane Elber, al menos salvó su fortín y venció por 2-1.
Otra diana de Elber, en este caso en el Bernabéu, firmó el principio del fin del Real Madrid europeo a la campaña siguiente (2000-01), porque el 0-1 de la ida tuvo su continuidad en el Olímpico con otro 2-1 para el campeón germano.
El portugués Luis Figo parecía dar vida al Real Madrid al equilibrar el tempranero gol de Elber, pero un veterano como Jens Jeremies, con un disparo lejano y colocado, dio una nueva victoria al Bayern y su pase a la final, en la que superó al Valencia, que en la edición precedente también había caído en el encuentro definitivo ante el equipo de Vicente del Bosque.
Revancha
Y como la vida sigue y el fútbol siempre da opción a la revancha,
en la campaña 2001-02, los cuartos de final depararon otro
encuentro, hasta ahora el último, con otro 2-1 en Múnich pero con
la remontada madridista en el Bernabéu (2-0).
El camerunés Geremi Njitap, ahora en el Chelsea inglés, fue la gran sorpresa en la alineación inicial madridista en Múnich. No contento con ello, fue el encargado de inaugurar el marcador a los once minutos con un disparo lejano.
El Real mandó y controló, pero no sentenció, y en la ofensiva final, a la heroica, el Bayern remontó con tantos de Stefan Effenberg, quien había malogrado antes un penalti, y del peruano Claudio Pizarro.
Al equipo de Del Bosque, sin embargo, le salvó el tanto de Geremi y la vuelta en casa, donde Iván Helguera y José María Gutiérrez «Guti» metieron a su equipo en la final de Glasgow, en la que logró la Novena ante el Bayer Leverkusen.
El balance general en cuanto a partidos es favorable al Bayern, que ha ganado nueve de los catorce disputados ante el Real Madrid, pero por lo que respecta a las eliminatorias el marcador refleja un empate a tres, igualada que volverá a romperse tras estos dos electrizantes nuevos enfrentamientos.