La eliminación del Barcelona a manos de la Gramanet ha sido la más sonada de esta primera ronda copera. Para Frank Rijkaard, entrenador blaugrana, no fue ningún «toque de atención, simplemente, ni jugando dos o tres días» hubiéramos sido capaces de marcar». Lo cierto es que el gran Barcelona, claro dominador de la Liga y en buena disposición en la Copa, cayó a las primeras de cambio, algo que no es nuevo para la entidad catalan, que se ha visto frenada en los últimos años por equipos de Segunda B. Y es que en las cuatro últimas temporadas, los azulgrana han caído eliminados en tres ocasiones por equipos de tercera fila. En la 2001-02, el Figueres fue el encargado de sorprender a los barcelonistas, cuando un gol de oro de Kali Garrido acabó con las esperanzas del Barcelona de Carles Rexach. En la temporada siguiente las cosas fueron igual de mal. El Novelda remontó un 0-1 y el Barcelona cayó por 3-2. De todos modos, en Figueres y en Novelda, el rendimiento de los barcelonistas estuvo por debajo de sus posibilidades, algo que no ocurrió el miércoles en Gramenet.
Sin Ronaldinho ni Belletti, ambos lesionados, ni tampoco Deco, éste ausente por las rotaciones, pero con el resto de su arsenal al completo, el Barcelona dominó el partido en todo momento. Realizó 28 disparos a puerta, doce de ellos entre los tres palos. Eso sí, los barcelonistas fueron muy previsibles. Cuando rasearon el balón, merced a la presencia de muchos peloteros en su equipo -Xavi, Iniesta o Messi-, no pudieron desbordar a los defensas locales y cuando Rijkaard apostó por un ataque directo, con balones aéreos a Larsson, su equipo tampoco estuvo acertado.
A pesar de que se puede llegar a dulcificar la derrota con comentarios relativos a que esta eliminación le vendrá bien al Barcelona para centrarse en las dos competiciones que restan o que incluso su plantilla es muy justa para afrontar todos los torneos al máximo nivel, lo cierto es que los jugadores están muy decepcionados.
Es cierto que el juego del Barcelona está un peldaño por encima del resto, pero las lesiones y la falta de puntería le pueden crear problemas en el futuro. Se ha visto en los últimos encuentros, cuando ha tenido que decidir partidos por la mínima (Numancia, Espanyol) o cuando se quedó sin marcar y perdió en Milán o en Santa Coloma de Gramenet, a pesar de disponer de más oportunidades que el rival.
Sin tiempo para la reflexión, los de Rijkaard sabrán exactamente cómo les afecta este tropiezo en los próximos días. Un complicado desplazamiento a San Mamés y una extraordinaria cita ante el Milán en la Champions servirán para calibrar el estado de un equipo que sigue apuntando alto.
Francisco Avila