Carlos de Torres|ALMENDRALEJO
El español Francisco Ventoso, del Saunier Duval, se apuntó al esprint la tercera etapa de la Vuelta a España, la más larga de la presente edición con 219 kilómetros disputada entre Córdoba y Almendralejo, por delante del líder, el noruego Thor Hushovd y del australiano Stuart O'Grady, rematando así una jornada de claro protagonismo de su equipo. Ventoso, de 24 años, uno de los hombres más rápidos del pelotón español, se doctoró en la capital de la Tierra de Barros ganando el pulso a los mejores especialistas de la alta velocidad y estrenó su palmarés en una prueba grande. En una jornada marcada por la escapada de su compañero y paisano cántabro David de la Fuente, concretó la hazaña buscándose la vida «en solitario» en el momento clave, bajo el fuego que caída del cielo con un tiempo de 5h.43.36, a una media de 38.225 kms/hora,
El corredor de Reinosa, con la misma fuerza y habilidad a la hora de colocarse que tiene otro ilustre paisano, Oscar Freire, al que admira, pasó eufórico por la línea final por delante de Hushovd (Credit Agricole) y del australiano Stuart O'Grady (CSC). La interminable etapa que atravesó la Ruta de la Plata y terminó en la localidad natal del poeta romántico José de Espronceda, mantuvo a Hushovd al frente de la general, con O'Grady a continuación a 11 segundos y Ventoso tercero a 12. Los pronósticos en las llegadas masivas no se están cumpliendo en esta Vuelta y los favoritos viven días de sequía. El australiano McEwen sigue sin estrenar su palmarés en la Vuelta.
Bajo la parrilla asfaltada, en el tránsito de Andalucía a Extremadura, no faltaron los desafiantes valientes de turno, convertidos en quijotes, dispuestos a luchar contra la lógica. David De la Fuente (Saunier) el súpercombativo del Tour, el francés Duclos Lassalle (Cofidis), y el italiano Enrico Franzoi (Lampre), decidieron emanciparse del pelotón. Juntos atravesaron la provincia de Córdoba, desayunaron en el avituallamiento de Fuente Obejuna, localidad protagonista del drama de Lope de Vega, por donde no atisbaron el más mínimo síntoma de rebelión en el pelotón, que rodaba a más de 7 minutos (km 101), y en perfecta armonía se metieron en tierras pacenses, en medio de paisajes secos donde el mercurio escalaba veloz grado a grado, incontenible.