Carlos de TorresVERBIER
Alberto Contador afrontará la última semana del Tour con la tranquilidad que le proporcionó su victoria en Verbier y la promesa «al cien por ciento» de su compañero Lance Armstrong para ayudarle, por lo que su única preocupación será el control de los rivales, que según el madrileño, le tendrán reservados «varios ataques» en las siguientes etapas de montaña.
La exhibición en la cima no sólo le proporcionó a Contador el jersey amarillo, también la tranquilidad y la liberación interior que buscaba, después de haber estado sometido desde el comienzo del Tour a la presión del debate sobre el liderazgo del Astana, en pugna con Armstrong.
El tejano le prometió fidelidad «al cien por ciento porque es el más fuerte». Esas palabras después del segundo final en alto eran las que necesitaba escuchar el ciclista madrileño para aglutinar la confianza necesaria del director y los compañeros del Astana y centrarse en demostrar que tiene todos los boletos para presentarse el domingo en París como emperador del Tour por segunda vez.
Contador dio «un paso de gigante» hacia la gloria parisina. Fue el más fuerte en el puerto suizo, estableció diferencias importantes y dio la imagen de superioridad que intimida a sus rivales.
«Ahora, esas diferencias me permitirán ir más tranquilo y no tan al ataque, pero eso sí, dormiría más tranquilo con una renta superior», señaló Contador en una multitudinaria rueda de prensa en su hotel de Martigny.
Aunque todos los favoritos aceptan la superioridad del corredor de Pinto, hay algunos, como Andy Schleck, quinto en la general a 2.26, que no arrojan la toalla y apuntan «que aún quedan muchas etapas de montaña y puede tener un día malo, como en la París-Niza». Aunque la ventaja le permitirá a Contador jugar a la defensiva, da en parte la razón al joven corredor luxemburgués. «Las diferencias que obtuve son mejores de las que esperaba, pero lo que tiene el ciclismo es que puedes tener un día malo, y si sucede en el Tour estás perdido, te pueden atacar y pierdes».
Por su parte, Carlos Sastre, vencedor del Tour 2008, no anduvo demasiado relajado en la jornada de descanso, al menos en el aspecto verbal. El líder del Cervélo señaló que no siente respetado ni por la organización del Tour ni por la prensa. «Me habéis apartado de la carrera de manera descarada», dijo.
En cuanto a lo que resta de Tour, al menos Carlos Sastre (Cervelo) se mostró más optimista en relación a la primera jornada de descanso. Afirmó que aún jugará sus bazas, una de ellas en el Mont Ventoux, donde tratará de ganar. «Ni tiro la toalla ni me resigno», afirmó el español.
Tras la jornada de descanso, el pelotón afronta la segunda de las tres citas alpinas, una etapa de distancia media con dos gigantes en su recorrido, el Grand y el Petit Saint-Bernard, en cuyo descenso se encuentra la meta. La totalidad de la etapa, de 159 kilómetros, se desarrolla en el ascenso y el descenso de estos dos gigantes, el primero de categoría especial y su hermano menor de primera. Una jornada propicia para las aventuras de larga distancia.