La tercera acepción de la palabra 'calvario' significa una serie o sucesión de adversidades y pesadumbres. En ese estado de infortunio supino tuvo que luchar la Peña Deportiva frente a uno de los conjuntos con mayor músculo de la categoría, el Binissalem. Más de un año después, Santa Eulària claudicó por la mínima (0-1) en un encuentro marcado por las lesiones que acuciaron al cuadro de Luis Rueda y por el solitario gol de Toni Oliver en la única llegada con claro peligro del equipo mallorquín. Los ibicencos desperdiciaron una excelente ocasión de enlazar con el cuarto de cabeza y, tras encajar su primera derrota en la presente temporada, se alejan a seis puntos del play off de ascenso.
Como en todos los encuentros que disputa como local, la Peña saltó al césped con las ideas muy claras. Rueda confió en los 11 hombres que golearon al Mercadal una semana antes y, siguiendo con la dinámica ascendente de juego, encerraron a su oponente en el área con acciones verticales y mucha movilidad ofensiva. En este sentido, Edu Moral fue el jugador más activo en ataque y suyas fueron las mejores asistencias en un inicio prometedor del plantel de Luis Rueda.
Pero pronto se truncó el guión establecido. Maxi Re, a los 10 minutos de juego, tuvo que ser sustituido por el jovencísimo Nil Paniello a consecuencia de un pinchazo en la zona de los isquiotibiales. El golpe no amilanó al cuadro local. Raúl Gómez, poco después, falló de forma clamorosa un disparo franco que podría haber significado el 1-0. Acorralado en su campo, el Binissalem encontró la luz en el túnel superado el minuto 18 de juego. Miguel Àngel Bazán cayó fulminado por una torsión en su rodilla. Una nueva desgracia que, ahora sí, minaría la moral de la Peña.
Armado con un físico espartano y conocedor del trastorno que acababa de sufrir su oponente el Binissalem dio un paso al frente. La Peña trató de no perder el orden ni el balón, pero el calvario no había hecho más que comenzar. A los 24 minutos Raúl Casañ visitó por primera vez el banquillo peñista en busca de una cura para su dolor en la cara anversa del muslo derecho; un nuevo contratiempo del que supo sacar partido el veterano bloque mallorquín. Diez minutos después, 'Parrita', el fisio local, comprobó que Casañ incubaba una contractura. Mal asunto. La columna vertebral de la Peña se resquebrajaba y todos por un denominador común: el lamentable estado del campo municipal.
Estocada
Ajeno a la desgracia, Raúl Gómez protagonizó una excelente acción por velocidad que acabó en un derechazo del extremo ibicenco que se marchó rozando el larguero. La ocasión levantó al público, que vio cómo en la jugada siguiente su equipo recibía la puntilla en la recta final de una primera parte para olvidar. Plata, el mejor del partido, centró con maestría desde la izquierda; Chus remató y el rechace a la parada de Moro lo aprovechó Oliver para establecer el 0-1 (min. 41). Este no sería el último incidente antes de que arrancara la segunda mitad. Tal y como aseguran varios miembros de la Peña, uno de los linieres instó al colegiado Nadal Riera a que expulsara a Manolo Aparicio por sus supuestas protestas en los primeros 45 minutos. Casualidad o no, en la segunda mitad el asturiano vio dos amarillas.
Al rojo vivo
El segundo acto ganó en agresividad y malos modos. El colegiado mostró seis cartulinas en un periodo marcado por el esfuerzo de la Peña por empatar y del Binissalem por amarrar el resultado. De hecho, pudo sacar tajada en algún contragolpe, si bien no se prodigó demasiado en ataque.
A los 60 minutos, nuevo susto. Berto Suárez, tras un salto con el meta Montse, se torció el tobillo. Después de cinco minutos siendo atendido en la banda regresó al campo de batalla.
Sin apenas fuerza para doblegar a su hercúleo rival, la Peña se rindió a los balones largos. En una falta, servida por Romero, Pablo Ríos cabeceó en el segundo palo pero el travesaño evitó el empate (89'). Algunos cantaron gol, pero la fortuna ya había dejado bastante claro que ayer jugaba del lado del Binissalem.
«Les ha echado una manita».
Luis Rueda, entrenador de la Peña, no pudo contener tras el pitido final su enfado hacia el trío arbitral. En rueda de prensa reconoció que Nadal Riera «no ha influido en el resultado», pero lamentó que «en el apartado disciplinario les ha echado una manita». «La falta del final a Raúl es la segunda amarilla a su jugador. Tampoco hubiera influido mucho porque quedaban tres o cuatro minutos, o eso era lo que iba a añadir, cosa que mi reloj no reflejó». Sobre el encuentro, comentó que se sentía «triste». «Es de estos partidos que te entristecen. Perder de esta manera duele porque los jugadores han superado todas las adversidades. Estoy fastidiado por la derrota pero orgullosísimo de los futbolistas. El equipo se ha vaciado y ha superado zancadillas cada 30 segundos». Sobre el Binissalem dijo que tuvo «experiencia y suerte» para conseguir la victoria.
Fútbol - Tercera División
La Peña claudica en un calvario
Rubén J. Palomo | Santa Eulària |