La Triple Corona alcanzada ayer por la selección española de fútbol pasó como un vendaval por las Pitiüses. La fiebre por ‘La Roja' se desató en cientos de bares y terrazas y la movilización de aficionados en la Isla fue simplemente espectacular. Horas antes del encuentro ya se respiraba un ambiente festivo con escasos precedentes. La emoción se palpaba en el rostro de la gente.
Ni siquiera el gran Sting pudo evitar que su concierto se retrasara para que el público pudiera presenciar la gran final de la Eurocopa. Los que decidieron ver el encuentro lejos de sus casas gozaron de lugares públicos como el bulevar Abel Matutes de Eivissa, donde se instaló una pantalla gigante y un potente equipo de sonido. Alrededor de 2.000 personas saborearon la victoria de España en este espacio, dando rienda suelta a su alegría una vez conquistado el título.
La victoria fue más cómoda de lo esperado, pero ello no evitó que la gente se lanzara a la calle con el pitido final. Centenares de aficionados desbordaron parques y plazas en cada localidad. De nuevo en Vila, el Parc de la Pau se convirtió, como de costumbre, en el escenario elegido para los festejos. También fuentes como la de Isidor Macabich. Lo mismo en los puntos neurálgicos de Santa Eulària o Sant Antoni.
El fútbol desplegado por los pupilos de Del Bosque y su contundente triunfo en Kiev provocaron el delirio en las Pitiüses. España ha devuelto la esperanza a miles de hogares. Es tiempo para festejar, pero también para tomar ejemplo de estos campeones. R.J.P.
La Isla más cosmopolita se vuelca de lleno en las celebraciones de la Roja
T.S.V.
Que Eivissa es una isla cosmopolita no lo va a descubrir ahora nadie. Ecuatorianos, brasileños, paraguayos, argentinos, chilenos... ayer todos eran de la Roja. Menos los italianos, claro está. Ellos fueron los únicos que no sintieron ayer España como su patria, como era lógico, y tuvieron que agachar la cabeza y observar cariacontecidos cómo la ‘Furia roja' festejaba su tercer título consecutivo. Unos ganan, otros pierden.
Balotelli no acertó con sus pronósticos. Bueno, tal vez sí, si lo que quería decir es que a España le iba «a meter cuatro» a cero en alguna casa de apuestas. La goleada no restó euforia a los festejos. Miles de aficionados saltaron a la calle. Unos pararon coches y los torearon como si estuvieran en una plaza de toros. Otros se arrojaron al agua de la fuente situada en el Parc de la Pau. Decenas de personas rodearon a un grupo de brasileños que tocaba con fuerza unos tambores en Isidor Macabich. Cada rincón de la Isla era la imagen de la viva alegría. Sólo la zona del puerto, donde se congregaron muchos transalpinos para ver el espectáculo, ofrecía una mezcla de sensaciones: tristeza y felicidad por metros.
Ayer, Eivissa, como el resto de España y buena parte del mundo, disfrutó una vez más de un éxito impresionante. La Roja le dio un mordisco al ‘biscotto' y endulzó así la historia del fútbol con un capítulo que no se había escrito antes: tres títulos seguidos.