De aquel niño con gafas y la sonrisa del más feliz del mundo que mordía en 2009 su primera medalla continental, el oro del Europeo sub 16 en Kaunas (Lituania), no queda nada. Javier Medori ya se ha hecho mayor. Con un rostro mucho más maduro y otra inevitable sonrisa en la boca, el alero ibicenco aterrizó ayer en Eivissa procedente de Tallinn (Estonia), donde logró su tercer metal europeo, el bronce en la categoría sub 20 que ha puesto fin a su etapa con las categorías inferiores de la selección española. Entre medias –no hay que olvidarlo–, hay otro oro, el cosechado en Wroclaw (Polonia) con la Roja sub 18.
Al igual que la primera vez, en el aeropuerto le esperaban sus familiares y amigos, que recibieron con los brazos abiertos al ‘crack' baloncestístico, un jugador de cualidades indiscutibles a pesar de su papel secundario con la camiseta rojigualda. El baloncestista, formado en las categorías inferiores del colegio Sa Real y del Centre de Tecnificació Esportiva de les Illes Balears antes de pasar por el Estudiantes y el Guadalajara, reconoció ayer que es «el fin de ciclo de una gran generación, la del 93, ayudada por la del 94».