Si el partido de ayer fuera una representación de la mítica batalla entre David y Goliat, la historia habría sido muy distinta. El Formentera, el grande de la categoría y colíder de la competición, no tuvo piedad de la fragilidad del Son Cladera, colista de Tercera, en un partido claramente dominado por los rojillos.
Al equipo de Luis Elcacho le costó abrir la lata, pero cuando lo hizo destapó el tarro de las esencias. Lander Gabilondo fue el encargado de estrenar el marcador al filo del descanso, cuando recibió un buen servicio de Mourad para superar a Bonano en el mano a mano. Lo más difícil ya estaba hecho. El míster de los de la pitiusa menor quería un gol tempranero para poder disponer de más espacios. No llegó todo lo pronto que habría deseado, pero con el tiempo suficiente como para acabar goleando a su rival.
Nada más arrancar la segunda parte, el Formentera dejó el partido visto para sentencia. La defensa visitante perdió el balón y Górriz se lo mandó a Mourad, quien, tras fintar para librarse de sus marcadores, envió el balón al fondo de las mallas con un certero disparo.
A pesar de la clara superioridad de los formenterenses, el Son Cladera dispuso de un par de ocasiones para marcar. Primero, una falta directa ejecutada por Ayran obligó a Marcos a esforzarse al máximo para mandar el balón a córner. Después, un saque de esquina que no acertó a rechazar la zaga rojilla acabó con el balón en pies de Suso, que disparó al muñeco desde el vértice del área pequeña.
El que no perdonó fue Górriz ya en la recta final, minutos después de que el palo evitara que un centro-chut de Micaló acabara en gol. El espigado delantero vasco fue el más listo de la clase para meter la cabeza en una acción aérea que ni el portero ni la defensa supo controlar. El esférico acabó en el fondo de la red, poniendo así el broche a un partido de un solo color: el rojillo.