El deporte ibicenco ha vivido este fin de semana la retirada oficial de dos jugadores que han estado vinculados a clubes pitiusos durante muchos años. Manuel Aparicio, del San Rafael, y Gonzalo Monroy, del Handbol Club Eivissa, han decidido poner fin a sus trayectorias y ambos fueron despedidos por todo lo alto.
Manuel Aparicio López (10-02-1981, Cargo-Gozon, Asturias) se formó en el filial del Oviedo y firmó después por la Peña Deportiva, con la que subió a Segunda B. Las últimas temporadas las pasó en el San Rafael, donde anteayer le hicieron una despedida sorpresa. Le regalaron una placa, le mantearon y corearon su nombre tras el encuentro, el cual vio en la grada.
Sobre su adiós, indicó: «Ya estaba todo hablado para retirarme. Me hubiera gustado hacerlo en el campo, pero me hice un esguince de rodilla contra el Formentera y no fue posible». Las razones que le motivaron a tomar esta decisión son las siguientes: «Tengo 35 años y cada año que pasaba era más difícil para mí. Estoy trabajando y entreno a los niños. Se me hacía largo. Tenía que dejar los niños o el equipo de Tercera, y he tenido que dejar el fútbol».
En cuanto a su llegada a las Pitiüses, destacó: «Vine como un niño y crecí como futbolista. Tuve que dejar Santa Eulària, donde creo que podía dar mucho más, y me llamó Vicente Román para venir al San Rafael. Ha sido un acierto venir aquí porque es un club superhumilde. Trabajan todos juntos para sacar esto adelante. Pasar de un club más o menos top y venir a uno más humilde, pero trabajador y donde la gente te arropa, fue un paso muy importante para mí y estoy superagradecido».
De su carrera deportiva se queda con las vivencias en el Oviedo, más que nada porque «es mi ciudad y me crié allí», aunque también destacó «el ascenso con la Peña Deportiva, jugar en Segunda B y el día a día en el San Rafael». El defensa seguirá vinculado al fútbol. De hecho, aseguró que dirigirá un equipo juvenil rafeler la próxima temporada. «Quiero seguir metido en el fútbol», sentenció el futbolista.
Gonzalo Monroy, portero del HC Eivissa, también se ha visto obligado a retirarse por motivos personales y la edad. «Tomé la decisión prácticamente al empezar el año. Ya no jugaba con la misma ilusión. Tengo 35 años, un hijo de un año y, además, a principios de año tuve una lesión en la rodilla. Ya estoy operado de ella y sufrí una rotura parcial del ligamento cruzado. He acabado la temporada como he podido, pero ya no quiero arriesgarme a otra lesión», explicó.
El guardameta vivió un adiós muy emotivo. Su equipo consiguió la permanencia tras ganar al Benidorm el sábado y el jugador recibió muchas muestras de cariño al término del encuentro. «Lo del otro día fue espectacular. Se me puso la piel de gallina. La gente coreó mi nombre, había pancartas y me mantearon. Fue increíble», recordó.
Sobre cómo queda cubierta ahora la portería del equipo naranja, el cual ha defendido nueve años tras llegar procedente del Porriño, comentó: «No lo tengo claro. Sube Saúl del filial, que no lo hace nada mal, y también esta Carli, que este año no ha tenido suerte para demostrar la calidad que realmente tiene. Me parece que con ellos dos queda la portería más que cubierta. Ya veremos qué decide el club».
Gonzalo Monroy, curtido en la cantera de la Sociedad Atlética Redondelana, seguirá ligado al balonmano: «Seguro que tarde o temprano podré echar una mano al club. En cualquier caso, también estoy entrenando unos chicos en Santa Eulària».