La Unión Deportiva Ibiza no funciona y ayer dio una muestra más de ello. El equipo celeste hincó la rodilla contra el Real Murcia. Fue de penalti, probablemente injusto, y en el último minuto, pero eso no quita que el conjunto ibicenco esté exhibiendo un juego estéril y genere menos peligro que una pistola de fogueo.
Si tu portero es el mejor del equipo, mal asunto. Ayer, Álex fue el hombre más destacado de los de Ñoño Méndez. No llegó a hacer ninguna parada del otro mundo ni una estirada a lo Boomer, pero tuvo que intervenir de manera acertada en varias ocasiones para evitar que los pimentoneros se adelantasen antes en el marcador.
La alineación de los de Vila sufrió una pequeña revolución en la parcela ofensiva. Borriello, Javi, Germán y Herrera no fueron de la partida. Llegó la hora de los Rodado, Riverola, Cirio y Fobi. El míster buscaba así otro aire al ataque de un Ibiza que está pasando muy desapercibido en este arranque liguero, pero ni así hubo reacción. Encima, Cirio se lesionó y tuvo que abandonar el campo mediado el primer periodo.
Los murcianos fueron superiores de principio a fin, especialmente en la primera parte, en la que Héber fue una ecuación que los pitiusos no supieron solucionar. Especialmente peligroso se mostró por el lateral de Fran Grima, que hizo aguas constantemente. No tuvo su día.
Cerca del ecuador de este periodo, el Murcia dispuso de dos clarísimas oportunidades de gol. Primero, Manel Martínez, en el minuto 19, recogió un balón muerto en el área pequeña, disparó a la media vuelta y se encontró con la gran respuesta de un bien situado Álex, que taponó el tiro con el cuerpo. Acto seguido, en un córner, Sergio Maestre remató fuera dentro del área con todo a favor. Increíble, pero cierto. Anteriormente, Alfaro y Aquino, que reclamó penalti de Núñez mientras remataba con el pecho, también habían acariciado el gol.
La UD Ibiza estaba desaparecida. El peso del juego recaía sobre un equipo murciano cuyo portero era un espectador más. Afortunadamente, los de Méndez aumentaron su solidez defensiva y aguantaron el tipo hasta el descanso, al que se llegó sin goles para sorpresa de muchos.
En el inicio de la segunda mitad, el equipo unionista dio continuidad a su mejoría en la retaguardia y fue introduciendo cambios para mejorar arriba. Javi Serra y Borriello sentaron a Fobi y Riverola, respectivamente.
La posesión del balón era para los pimentoneros, pero los espacios, esta vez, no eran tan fáciles de encontrar como en el primer periodo. Por eso, las ocasiones de gol fueron menores. Hugo, de cabeza en un saque de esquina, y Aquino, con un zapatazo lejano que se fue alto, probaron fortuna sin suerte.
En la recta final, los ánimos se calentaron. Candelas recibió una dura entrada de José Ruiz con los tacos por delante, pero el árbitro no lo vio. Con el lateral tendido en el césped, Herrera no reaccionó bien y vio la amarilla por un rifirrafe con un jugador rival. Si le hubiera mostrado la roja, tampoco habría pasado nada.
Cuando todo hacía indicar que el duelo terminaría en tablas, llegó la acción polémica de la mañana. Un disparo de Aquino fue a parar al pecho y las manos de Núñez. El árbitro señaló penalti. Si esa mano fue voluntaria, entonces el central debería jugar de portero. Sólo el trencilla vio intencionalidad en la jugada. Víctor Curto asumió la responsabilidad desde los once metros y no falló.
El conjunto ibicenco hizo más en el descuento que en el resto del partido. Herrera cabeceó fuera un centro de Javi Serra y Chavero chutó a las nubes en sus intentos por igualar la contienda. La reacción llegó tarde, muy tarde. Y es que ya no hubo tiempo para más y el Ibiza, que se mete en la zona roja de la tabla, sufrió así una nueva derrota, una de ésas que dejan claro que esto no funciona.