El objetivo del confinamiento por culpa de la COVID-19 lo sabe todo el mundo: evitar contagios y reducir el número de muertes. A ello no es ajeno David Yeste, un trabajador de Ibiza que decidió perder el puesto de trabajo en la empresa para la que trabajaba, que no se podía acoger al ERTE, para no exponer a sus seres queridos, con quienes convive.
Renunciar al salario no es algo precisamente habitual, pero este electricista no tuvo duda en ningún momento: «Yo soy fiel a mis principios. Lo veía venir cuando subía el número de muertos y contagios. Yo me decía a mí mismo que si para ocio o deporte hay que permanecer en confinamiento, para qué me iba a exponer trabajando. Hay gente en mi casa que no va a trabajar y lo podría contagiar yo. Mis padres son mayores. El crío tiene asma. ¿Para qué me voy a complicar la vida?».
La buena noticia es que, según dijo, «hablando se entiende la gente» y las conversaciones con la empresa fueron siempre muy correctas, por lo que tiene las puertas abiertas para volver. «El trato ha sido muy bueno. Me dijeron que nuestro gremio está obligado a trabajar, pero yo, por lo que está pasando, no quería exponerme y decidieron pagarme el mes completo y readmitirme cuando esta crisis termine. La verdad es que se han portado genial», explicó.
Este trabajador no ocultó su sorpresa por el hecho de que «el pico cada día va subiendo» e incidió en «para qué exponerse» ante una situación así. «Yo no soy un entendido de pandemias, pero sí que he visto que cada vez hay más contagiados y es muy fácil transmitir el virus. En sitios con menos aglomeraciones es más complicado, pero seguimos expuestos. Si no miro yo por mí, ¿quién lo va a hacer?», continuó el electricista. «He mirado por mi salud y por la de los míos», sentenció David Yeste, una persona que tiene muy claro que es mejor ir al paro que exponerse a la muerte o a contagiar a un ser querido.