Jordi Grimau (Barcelona, 17-06-1983), director deportivo del Club Bàsquet Sant Antoni, tiene la ambición por bandera. El aún jugador profesional de baloncesto pretende aportar su experiencia como asesor en la primera temporada del club en Liga EBA. Se muestra inconformista y asegura que esta división «no es el techo». Además, le gustaría acabar su carrera en la isla.
—¿Qué le llevó a vincularse a este proyecto?
—Llevo ya muchos años con el tema de que pudiera haber baloncesto en la isla, especialmente en Sant Antoni, que es donde resido desde hace 14 años con mi familia. Hace mucho tiempo que tengo vinculación con el club y me ayudó cuando hacía mi campus. Hemos tenido mucha relación y, con mi intención y ganas de poder sacar un proyecto de baloncesto profesional en algún momento en la isla, al final se ha podido cuadrar esto y tirar adelante.
—¿Cómo se lleva la compatibilidad de jugador profesional y directivo de un club amateur?
—Mi papel este próximo año será como un asesor, una ayuda externa que les pueda dar. Por supuesto, no tengo ninguna ganancia en todo esto y todos lo que estamos tirando hacia delante este proyecto lo hacemos por ganas, corazón, ilusión y amor por el deporte. No estoy en el punto de mi carrera de retirarme y lo quiero aprovechar porque me siento muy bien. En la medida posible, intentaré ser útil al Club Bàsquet Sant Antoni con la experiencia de estos 20 años de profesional que tengo. Seguro que en el futuro, cuando vengamos a la isla definitivamente, buscaremos el espacio más concreto para mí.
—Habitualmente, el objetivo de un recién ascendido es la permanencia, pero no siempre es así. ¿Hacia dónde mira el CB Sant Antoni?
—Salimos con mucha humildad, con ganas de mantener la ideología del club, que es cantera y formación, y potenciar la línea formativa. Creemos que un equipo en EBA es un espejo para los chicos de la cantera y nos puede permitir evitar esta histórica fuga de talentos que tenemos en la isla. Cualquiera que destacaba un poco, no tenía opciones de seguir en la isla. Podemos mantener nuestra capacidad formativa, mejorarla y ser una herramienta para que el baloncesto en la isla vaya creciendo. En base a esto, saldremos con la máxima humildad del mundo, pero también con la máxima ambición. Intentaremos construir un equipo para no sufrir y mantener la categoría, pero también tenemos en la cabeza que no vamos a ser un equipo que permanezca toda la vida en EBA. Tenemos la ilusión y ambición de que, cuando se estabilice la crisis y pase el tiempo, hacer ver que hay baloncesto en la isla y crear esa cultura de baloncesto que no hemos tenido en la isla muchos años. Los dos próximos años nos tienen que servir para potenciar la masa social y hacer ver a todos que vuelve el baloncesto a la isla y que tiene que haber baloncesto profesional.
—La teoría dice que habrá que hacer varios fichajes para la categoría. ¿Cuántos fichajes tiene previsto hacer?
—Nuestra idea de trabajo es mantener el bloque del ascenso por compromiso e ideología del club, que quiere que haya caras ibicencas en el proyecto. Seguro que habrá seis chicos del equipo de Nacional más el cuerpo técnico. Lo normal es que hagamos entre cuatro y seis fichajes para dar equilibrio y nos puedan ayudar a ser mejores y permanecer en la categoría.
—El baloncesto en Ibiza da un paso hacia delante después de varios años estancado. ¿Se trabajará para llegar más lejos?
—Vamos con la humildad por delante de mantener, sobre todo, lo que ya tenemos y es primordial: la cantera. Hemos puesto esta piedra de toque para que sea para todos un ejemplo, una referencia y un espejo para seguir creciendo y, desde ahí, construir y ver qué somos capaces de lograr. Estamos montando una estructura de trabajo que nos permita, si llega el momento de que se nos ponga a tiro acceder a LEB-2, estar preparados y que sólo se dependa entonces de la financiación y los patrocinios que podamos encontrar. La plaza en EBA no es nuestro techo, pero tenemos humildad para trabajar poco a poco.
—¿Con cuánta masa social esperan contar?
—Son muchos años sin baloncesto en la isla y eso pesa. Tenemos que ir poco a poco, dando a conocer el proyecto y que la gente se anime a venir, presumiblemente los domingos por la mañana a Can Coix. Necesitamos que la gente vea que hay una alternativa de ocio. El baloncesto transmite unos valores distintos a los del fútbol. Es muy familiar y puede ser un momento bonito para ver deporte, hacer familia y disfrutar de las actividades que queremos ofrecer a quienes vengan. Vamos a luchar para que nuestra pequeña masa social actual nos ayude a crecer.
—¿Veremos a Jordi Grimau jugando con el CB Sant Antoni cuando abandone el profesionalismo?
—Me gustaría. No veo por qué no y, seguramente, sea una forma bonita de despedir mi carrera. Ahora hago 20 o 21 años de profesional, con más de 500 partidos entre LEB Oro y ACB. A uno siempre le gusta despedirse en casa y, para mí, Ibiza y Sant Antoni lo son. Desde la mayoría de edad hasta ahora, el 85 por ciento de mi vida la he pasado aquí. Mis hijos son de aquí y prácticamente, para mí, sería retirarme en casa. No descarto retirarme en el Sant Antoni y sería un placer.
—Los años no pasan por usted. ¿Tiene fecha de retirada o esa palabra no existe en su vocabulario?
—Este año seguro que no me retiro, porque físicamente todavía me encuentro a un nivel alto. He estado jugando bastantes minutos a buen nivel en uno de los mejores equipos de la LEB oro y creo que todavía puedo aportar mucho y sentirme importante. Mientras me sienta bien, seguiré jugando.