En 2004 aterrizó en la isla para enrolarse en el Gasifred que por aquel entonces militaba también en la tercera categoría del fútbol sala español y logró con ellos el ascenso. Ahora, a sus 42 años, llega el momento de colgar las botas. Ernesto Espinosa (León, 20-04-1981) jugó este fin de semana con el CD Ibiza su último partido. El ya exfutbolista tiene claro que había llegado el momento: «El cuerpo es muy sabio y va dando señales y aunque la apariencia física pueda parecer otra cosa, cuando acabo los partidos y los entrenamientos acabo derrotado. Llegan los domingos y las piernas, tengo que andar con hielo, masajes… La cabeza intenta ir, pero el cuerpo está diciendo basta y hasta aquí. Me podía mucho la ilusión de intentar ascender a otro equipo, pero no ha podido ser y me voy con la conciencia tranquila».
Precisamente este último partido en el que marcó tres goles y ofreció su mejor fútbol es una de las espinitas que le quedarán, ya que quería ascender con los rojillos. «Tras 16 años en Gasifred, el último fue muy duro para mí por la transición que hubo, salí y empecé a entrenar con el Cedé. Me acogieron, fui uno más y me hicieron volver a sentir jugador. Me sentí muy importante y creo que he dejado a todo el mundo con un buen sabor de boca por mi compromiso y el juego. En este último partido creo que pudimos ser los campeones, pero por cinco segundos… El fútbol ha sido injusto esta vez, pero creo que al CD Ibiza el fútbol se lo devolverá de otra manera». Esta no es la única espinita que le queda, también aquel playoff con el Gasifred para intentar subir a División de Honor.
Venía para un año
Tras 18 temporadas jugando para equipos de la isla, 16 de azulino y estas dos últimas en el CD Ibiza, Ernesto es una leyenda del fútbol sala ibicenco tras llegar procedente de su León natal. Ahora es un pitiuso más que ya ha hecho su vida en la isla y cuando echa la vista atrás recuerda: «Mi entrenador Jandro fue el que me trajo aquí con otros compañeros. Vine para un año, con mi mujer, y ya estamos asentados aquí. La isla me ha tratado maravillosamente. Toda la prensa me ha tratado genial, me han tendido siempre la mano y me han respetado e incluso me ha tratado excesivamente bien. Sólo puedo darle las gracias a la isla por mantenerme todos estos años. Pasas de ser un jugador normal a ser un profesional. Te pagan por jugar, ver la vida de diferente manera, estás fuera de casa, la gente te ayuda mucho y estoy súper agradecido porque sin el fútbol sala yo no estaría aquí».
Al ser cuestionado con qué se queda de todos estos años de fútbol sala, responde: «Me quedo con que siempre me he vaciado en cada entrenamiento y en cada partido. Soy un tipo que tengo la mentalidad antigua. Yo si me comprometo doy el 100 %. Me quedo también con todos los compañeros, cuerpos técnicos y directivas que han estado a mi lado y me han ayudado mucho a ser la persona que soy. Yo dejo el 100 % y creo que eso es con lo que se queda la gente de mí. En este último partido me preguntaban que por qué no seguía».
Ernesto formó parte de la mejor época del fútbol sala ibicenco, un deporte que parece que ahora vuelve a reverdecer de la mano de la UD Ibiza Gasifred que se encuentra en pleno playoff de ascenso a Segunda División, «Veo que va en camino. Tienen esta eliminatoria y otra más, pero de momento las cosas pintan bien. Esperemos que vuelva a Plata que es una situación y una categoría muy bonita para el fútbol sala ibicenco. Respecto al CD Ibiza y el San Pablo, pues ojalá hagan un proyecto deportivo bonito y hagan un equipo fuerte para poder ascender. El fútbol sala está dando que hablar otra vez y eso es bueno para todos».
Por último, tiene claro que ahora es momento de «dedicarse a al familia y a los amigos». «Creo que los he tenido mucho tiempo abandonados, sobre todo los fines de semana, antiguamente eran viajes muy largos. Ahora tengo que dedicarles tiempo a ellos y buscar un hobby para paliar esto. Llevo 30 años haciendo lo mismo y va a ser duro el cambio. Algo buscaremos, siempre hay algo, pádel, tertulias o lo que sea. Siempre hay algo», concluye.