El español Rafael Nadal regresa este año a la hierba de Wimbledon, quizás la superficie más exigente del circuito, dispuesto a ahuyentar a los fantasmas que se le aparecieron en las dos últimas ediciones del torneo, cuando se fue a casa en las primeras rondas.
El número uno del mundo llega a Londres tras coronarse por novena vez en París como el mejor tenista de la temporada sobre tierra y afronta la hierba con mejores sensaciones físicas que en las últimas dos ocasiones, cuando las lesiones lastraron su avance en el All England Club.
El problema de rodilla que le dejó fuera de las pistas más de siete meses hace dos años está prácticamente olvidado, y las molestias en la espalda que reaparecieron en las primeras rondas de Roland Garros no le han impedido entrenarse con intensidad durante la semana previa a Wimbledon, que comienza mañana.
Antes de debutar en la primera ronda ante el eslovaco Martin Klizan, 57 de la ATP, el mallorquín rezuma seguridad en sí mismo y parece convencido de poder recuperar el nivel de 2008 y 2010, cuando ganó la final en el All England Club.
Las dos últimas temporadas, Nadal saltó a la pista sin haber podido prácticamente ejercitarse sobre hierba por las molestias que arrastraba.
En esta ocasión, en cambio, llega con mejores garantías, tras varios días de entrenamientos especialmente duros, que han seguido a una semana de descanso en Mallorca con sus familia en la que se ejercitó en el gimnasio pero no empuñó la raqueta.
El principal objetivo del español en los días previos al torneo ha sido limar su saque y desarrollar su potencia.
En una superficie tan rápida como la hierba, Nadal quiere asegurar en primer lugar sus servicios y restos para tratar de llegar al desarrollo de los puntos, allí donde mejor puede desarmar a sus rivales, en las mejores condiciones posibles.
Desde la parte baja del cuadro, como segundo favorito por detrás del serbio Novak Djokovic, a Nadal le espera previsiblemente una serie de rivales especialmente complicados las primeras rondas.
Si vence a Klizan, podría chocar de nuevo con el checo Lukas Rosol, 50 del mundo, que le batió en 2012, y más adelante con tenistas agresivos como el francés Richard Gasquet (décimotercer favorito) y el canadiense Milos Raonic (octavo cabeza de serie), antes de una hipotética semifinal ante el suizo Roger Federer (cuarto favorito) y una final ante Djokovic.
A sus 28 años, el objetivo prioritario para Nadal es conquistar Wimbledon por tercera vez.
En el horizonte, sin embargo, aparece inevitablemente el propósito de acercarse a los 17 grandes torneos que acumula el suizo Roger Federer (Nadal tiene 14, tantos como Pete Sampras).
A sus 32 años, Federer parece haber entrado ya en el ocaso de su carrera, pero nadie el circuito le niega el privilegio de estar entre los favoritos para conquistar Wimbledon una vez más, y sería la octava.
El otro principal aspirante a llevarse el campeonato es Djokovic, que parece estar recuperado de las molestias en la muñeca que ha arrastrado en los últimos tiempos y que llega dolido por la derrota ante Nadal en una agotadora final en París.
En la parte alta de las apuestas está también el británico Andy Murray, ganador el año pasado en el All England Club, que se presenta por primera vez en Londres sin la presión añadida de ser el eterno aspirante a conquistar el torneo y con su operación de espalda de finales de 2013 ya superada.
Entre los españoles, David Ferrer, séptimo cabeza de serie, abrirá su participación ante su compatriota Pablo Carreño, 61 de la ATP, y transitará después por una parte alta del cuadro en la que también tratarán de abrirse paso Murray, el checo Tomas Berdych, el también español Fernando Verdasco y Djokovic.
En cuando a las chicas, la estadounidense Serena Williams, primera favorita, es el principal misterio en esta edición de Wimbledon.
La cinco veces campeona en Londres ha arrojado dudas sobre su estado tras caer este año en la segunda ronda de París y la cuarta de Australia.
La china Na Li, vigente campeona de Australia y segunda favorita, así como la rusa Maria Sharapova, recién coronada en Roland Garros, estarán atentas a cualquier desliz de la menor de las hermanas Williams, de 32 años.