En fechas del Mundial de baloncesto, el alemán John Degenkolb anotó el primer triple de la Vuelta al imponerse en la duodécima etapa que se desarrolló en un circuito de Logroño, donde una caída anuló a sus rivales directos, y que no afectó para que Alberto Contador mantuviera «la roja».
Degenkolb deshizo el empate con Bouhanni y camina hacia la «manita» de la Vuelta 2012 con paso firme. Esta vez con menos oposición, pues una caída eliminó a su rival francés, con quien tenía que batirse en duelo. Antes de anotar el triple ganador superó al belga Tom Boonen y al italiano Jacopo Guarnieri.
Mientras se disputaba el sprint en «petit comité», por detrás se produjo una buena montonera que cortó el pelotón. Sin consecuencias para nadie, ni físicas ni de tiempo, y con los favoritos a salvo de una jornada de transición hacía la montaña del fin de semana.
Los favoritos se cortaron también, pero los jueces les dieron a todos el mismo tiempo. Contador, que estuvo muy adelante hasta que se lanzó el esprint, luce el jersey rojo con 20 segundos sobre Valverde y 1.08 respecto al colombiano Urán.
Logroño recibió a la Vuelta con una etapa llana, cómoda aún con los peligros de un circuito de 20 kilómetros al que había rodear 8 veces. Ofrecía un respiro. Algo así como la Fuente Cubillas que da de beber y refresca los pies de los peregrinos que llegan a la capital riojana, y que como los ciclistas se dirigen a Santiago de Compostela. Unos a golpe de pedal, otros a golpe de bordón y calcetín.
No les gusta a los ciclistas lo de «etapa de transición» porque para que ruede la bici hay que dar pedales, y además hace calor, que lo hizo. Pero lo que les termina de dar la razón es que a pesar de que terminaron por debajo de la peor media de velocidad: 39,7 kms/hora, pueden pasar cosas. Como una caída. Y sucedió. Por eso siempre «hay que ir al loro», que decían algunos en meta.
Fue una etapa con denominación de origen, como los vinos de Rioja, con el que iba a brindar un velocista, y se cumplió el pronóstico por mucho que un valiente se esforzara todo el día en realizar un viaje a ninguna parte.
Ebrio de ilusión, de valentía, el austríaco Matthias Krizek (Cannondale) se escapó nada más darse la salida. Abrió una ventaja de 10 minutos en el kilómetro 40 y fue alcanzado a 11 de la raya. Fue el único que rompió monotonía en la jornada. Él y un perro que se metió en la carretera y casi causa un estropicio. Hecho que también destruye la teoría de la «transición».
La Francaise de Bouhanni y el Giant de Degenkolb ya tenían que asumir sus responsabilidades, pero los intrusos salen como setas si hay intereses, incluso con favoritos a bordo. El Tinkoff llevó a Contador en cabeza y solo se retiró del frente cuando el madrileño se sintió a salvo. Aunque nunca se sabe.
La Avenida de la Paz de Logroño fue el escenario del desastre de la caída, con algunos heridos, y de la guerra del esprint. A la batalla llegaron una docena de ciclistas. Faltaba Bouhanni, pero estaba el ilustre Boonen, quien sueña con volver al mejor nivel en el Mundial de Ponferrada.
Le atacaron de lejos a Degenkolb, pero el alemán de Gera, de 25 años, progresó como un rayo para imponer la ley del más fuerte. La octava victoria en la Vuelta para un ciclista que quiso ser futbolista. El consejo de su padre para decantarse por la bici le ha permitido ganar la Gante Wevelgem y una etapa en el Giro.
Degenkolb ganó en la capital de La Rioja en su triunfal 2012. Dos años después brindó con un buen tinto por una nueva victoria. La que cumplió el guión en la ciudad de paso. De la Vuelta y de los peregrinos.