El serbio Novak Djokovic se convirtió este domingo en el primer tenista en ganar cuatro veces el torneo bajo techo de París, con lo que sumó su sexto Masters 1.000 del año, algo que nadie había logrado antes, tras derrotar en la final al británico Andy Murray por 6-2, 6-4 en 1 hora y 32 minutos.
En la que está a punto de convertirse en su temporada más brillante, el tenista serbio de 28 años encadenó su décimo título del año, tres de ellos de Grand Slam, a falta del Torneo de Maestros, una de sus especialidades.
El serbio encadena, además, 22 triunfos consecutivos y se convierte en el primer tenista de todos los tiempos que supera los 16 millones de dólares en premios.
Además, suma su título 26 en Masters 1.000, lo que le deja a uno del español Rafael Nadal, que es quien más atesora.
La victoria sobre Murray fue más simple para el número uno del mundo de lo que hacían presagiar los prolegómenos del encuentro.
El escocés llegó por vez primera a la final de París tras la mejor temporada de su carrera y parecía que podía crear más problemas al serbio, al que derrotó por última vez en la final de Montreal. Fue su sexta victoria contra el serbio, la única del año, en el que, con la de hoy, le ha endosado siete derrotas, 21 en total.
Djokovic se mostró muy superior y lució el mejor tenis desde que comenzó su andadura bajo el techo de París, ciudad en la que en su brillante temporada dejó escapar el mayor borrón, la derrota en la final de Roland Garros hace cinco meses contra el suizo Stan Wawrinka.
Con ese triunfo, su estratosférica temporada habría tomado tintes de titánica.
Pero en el otro torneo parisino parece haber iniciado un dominio de hierro. Es su tercer triunfo consecutivo y la prueba de que no le guarda rencor a la ciudad que alberga el único Grand Slam que falta en su palmarés (Roland Garros). «Paris Mercy» (sic) escribió en la cámara nada más acabar el encuentro y poco antes de dirigir unas palabras al público en francés, algo que este residente en Mónaco hace siempre que tiene la oportunidad.
Lo labró en un duelo firme, casi sin errores, que empequeñeció a Murray. Tras anotarse el primer juego, el británico no tuvo ningún servicio tranquilo. En todos dispuso Djokovic de bola para rompérselo, algo que consiguió en dos ocasiones en la primera manga.
La segunda comenzó con la misma tónica y tras quebrar el servicio del escocés en el tercer juego, llegó la única reacción del británico.
Murray se decidió a subir a la red, una estrategia que pareció sorprender al serbio, que cedió su siguiente saque. Fue el único momento en el que el número uno del mundo bajó su régimen, lo que dio alas al número dos, que encadenó una buena racha.
Pero Djokovic tardó poco en cortarle las alas y descifrar su nuevo ataque. El serbio volvió a su tónica habitual, su dominio descarado que acabó por desquiciar a Murray.
A punto estuvo de romper en el quinto y lo logró finalmente en el séptimo, una ventaja que debió parecer un «Everest» a su rival, que claudicó.