Siempre que pensamos que nos duele alguna parte de nuestro cuerpo lo único que se nos ocurre es maldecirnos a nosotros mismos. Sin embargo, si pensamos el por qué manda esa señal nuestra mente tenemos que reparar en que es porque «algo no le parece bien». Y es que sí, he dicho bien, a la mente «no le parece bien».
Hay que aclarar que fisiológicamente tenemos unos receptores que tienen como trabajo dar información al cerebro cuando hay un daño en nuestro cuerpo. Son los llamados nociceptores y se encargan de avisar a nuestro cerebro de un daño producido para que luego éste decida si provoca o no una señal de dolor. Antes de llegar a su destino pasa por el tálamo, lugar donde se administran las emociones y de aquí se mezcla la información de ambos y surge una señal de dolor que varía en función de las emociones.
Normalmente el dolor se manifiesta cuando tu sistema de alarma corporal alerta al cerebro de un peligro de lesión en los tejidos, ya sea real o potencial. Todo esto tiene como objetivo la protección o curación.
De hecho, el dolor puede ser tan efectivo que puede llegar a no dejarte pensar, sentir o concentrarte en ninguna otra cosa. Es decir, que si el cerebro piensa que sentir dolor no es lo más adecuado en ese momento para la supervivencia, no enviará la señal de dolor. Y es que nuestro cerebro es como un ordenador que sabe perfectamente cuáles son las prioridades y cómo gestionarlas.
Imagínate que te has pinchado con un alfiler el dedo, sabes el grado de dolor que puedes tener con un pinchazo en el dedo, y justo en ese momento te dicen que un familiar está en el hospital y sales corriendo. La adrenalina es brutal. Evidentemente el dolor primario queda en un segundo plano, dejando de dolerte el dedo al ver que hay cosas más importantes. Eso lo decide la mente y por eso cada experiencia de dolor es única.
Otro caso que la mente sabe gestionar a través de la emoción: Imagínate que te encuentras mal, con dolor de cabeza, en el sofá y sin ánimo de nada pero te llama la persona que más deseabas en ese momento para quedar en ese mismo instante. Tus emociones cambiaron instantáneamente a positivo con todas las ganas del mundo para salir ahí fuera.
El hacer eso que tanto deseas te produce una serie de emociones que hicieron que el dolor no fuera recibido como una amenaza grave para tu cuerpo. Tu cerebro decidió que era más importante hacerte feliz.
Por tanto, el cerebro evalúa el mundo y responde haciendo muchas cosas. El dolor puede considerarse como parte de la respuesta generada por el cerebro a la información que le llega provocando también otras respuestas como moverse, sudar y/o hablar.
Con el dolor pueden haber diversos malentendidos
- El dolor es normal : El dolor lo maldecimos pero sin él no podemos vivir. Es un sistema que nos protege ya que se provoca para alertarnos.
- La clave es descubrir por qué el cerebro ha llegado a esta conclusión. Hay que atender ese dolor como un amigo que nos quiere decir algo. El dolor depende de muchos factores pero siempre es el cerebro el que decide, el 100% de las veces sin excepción.
Pero no siempre coincide el dolor con daño en nuestros tejidos, a veces puede ser simplemente nuestro cuerpo intentando evitar amenazas de estrés u otras situaciones en que nuestra mente está verdaderamente incómoda y se pone en estado de «supervivencia».
El dolor es simplemente nuestro cuerpo pidiéndonos atención. Por eso tenemos que aprender a escuchar o a descifrar qué es lo que verdaderamente nos quiere decir y esto suele conllevar la toma de decisiones para ayudarlo a librarse de estas amenazas.
El dolor depende del contexto
Hicieron un experimento sorprendente. Un estímulo doloroso dolerá más cuando te dicen que es caliente que si te dicen que es frio. De hecho, simplemente si se hace coincidir un estímulo doloroso con una luz roja duele más que cuando la luz es azul. También cuando el dolor en el lugar de trabajo es frecuente, dependerá o de cómo te lleves con los jefes, compañeros de trabajo o cómo te encuentras con la ejecución de tus labores.
Existe otro tipo de dolor que se llama miembro fantasma. Esto supone un dolor en un miembro que ya no existe como puede ser un brazo o una pierna. El 70% de personas que pierden un miembro perciben dolor en el mismo. Incluso, aunque hayas nacido sin miembros puedes tener «miembro fantasma».
¿Cuál es tu estilo de afrontar el dolor?
- ACTIVO
· Buscar una mejor comprensión del problema
· Explorar diferentes formas de moverme hasta buscar el No dolor
· Experimentar mis límites de dolor: · Ni evitarlo del todo ni pelearme con él.
· Ser positivo
· Hacer planes y establecer pequeñas metas (Corto plazo)
· Establecer metas mayores (largo plazo)
- PASIVO
· Evitar cualquier movimiento que pueda causar dolor
· No hacer nada
· Esperar que algo externo cambie.
· Esperar que alguien cure mi dolor.
Hay que recalcar que la persona adecuada para cualquier tipo de afrontamiento de dolor eres tú. Hasta que esto no lo entiendas, realmente no tiene sentido enfrentarlo de forma activa o de forma constructiva. Tenéis que llegar a un acuerdo tú y tu dolor para solventarlo. Los especialistas nos ayudan, pero no solo es total responsabilidad de ellos. Nosotros somos los responsables 100% y según nuestra actitud está demostrado que del modo de como afrontamos las cosas afectará a enfermedades o lesiones.
Debemos agradecer a nuestro sistema de alarma. Solo son señales que nos intentan comunicar algo.
El mejor libro que puede explicar el dolor de forma científica es Explicando el dolor de los prestigiosos investigadores Lorimer Moseley y David Butler.
Ante cualquier duda acudir a un especialista