La pandemia ha ahondado la brecha creciente entre el paquete vacacional y los viajes por cuenta propia. La turoperación tradicional ya venía experimentando un retroceso progresivo en los años prepandemia que había llevado a debate la viabilidad de este modelo de negocio. El impacto que ha tenido la COVID-19 en el sector turístico en estos dos últimos años ha concentrado su peor parte en el clásico paquete turístico. Si los paquetes vacacionales aglutinaban hasta ahora poco menos de un 40 % de las llegadas anuales a Balears, en estos dos últimos años el porcentaje se ha situado entre el 16 % y el 25 %. Los viajes organizados sin necesidad de intermediación profesional aumentaron sus porcentajes en 2020 y 2021 hasta el 83 % y el 75 %, respectivamente, revelando a las claras que fue el año de mayor auge de la pandemia, 2020, el que restó más posibilidades de competir al paquete turístico.
De este modo, la incertidumbre por la evolución de la situación epidemiológica y las consiguientes restricciones protocolarias de los distintos países redoblaron la apuesta de los viajeros por la autogestión del ocio turístico. Y todo ello cuando algunas voces del sector ya vaticinaban que el cierre de Thomas Cook suponía poco menos que el certificado de defunción del modelo de negocio de la turoperación tradicional como se conoce. Pese a su escasa representatividad por la brevedad del periodo analizado, lo cierto es que la actual foto fija tampoco es muy halagüeña: solo un 5 % de las llegadas de turistas a las Islas en enero fueron a través de paquetes vacacionales. En número de turistas, 7.900 con paquete por 152.500 sin él.
La caída del turismo británico –usuario por excelencia de este tipo de oferta– a consecuencia de las restricciones en Reino Unido ha sido otro de los factores claves que explican la aceleración de este retroceso, aunque los expertos coinciden en que habrá que esperar a la restauración de una normalidad casi total en la coyuntura sanitaria para ver en qué situación queda este modelo y qué rol le está reservado de cara al futuro. De hecho, la precaria situación en la que se encuentran las agencias de viaje es claro indicativo de esta crisis de modelo. Xisco Mulet, presidente de la Asociación de Agencias de Viajes de Balears (AVIBA), reconoce que las agencias no han podido revertir la tendencia y las preferencias de los clientes a través de su oferta natural, basada en un trato de cercanía que facilitara la gestión del viaje ante un escenario tan cambiante. «Tuvimos que trabajar el triple para facturar menos de la mitad», afirma para explicar que la pandemia «hizo que primaran los viajes de proximidad y reservados con poca antelación», lo cual restó todavía más protagonismo a las agencias y al paquete turístico.