El departamento que vigila la calidad del agua de baño, que depende de Salut Ambiental, ve con pesar como la gráfica baja de forma progresiva cada año. En 2013, el 93 % de los valores analizados estaban dentro de la excelencia, mientras que el año pasado este punto máximo de calidad se había reducido al 71 %.
La isla de Ibiza es la que más contaminación fecal ha presentado, pero la bahía de Palma y la de Pollença, en Mallorca, no se quedan atrás con sus problemas reiterados de vertidos de aguas residuales. Eso en lo que se refiere al balance global, estos días, sin embargo, son declaradas no aptas para el baño la playa del Brismar, en el Port d'Andratx, o la playa de Portocolom. La infor-mación se va actualizando cada quince días en la página oficial de Govern, a medida que se realizan los análisis.
Como es habitual, en 2022 se harán 1.719 muestreos en 191 puntos diferentes de los 32 municipios costeros, entre el 9 de mayo y el 6 de octubre. «Hacemos una inspección visual del agua y de la arena, y se analiza una muestra del mar para detectar si hay presencia de Escherichia coli o Enterococos intestinales», explica la jefa del departamento responsable, Francisca Panadés.
Las dos bacterias son indicadores de contaminación fecal, la primera «es poco resistente en el agua así que, si la detectamos, quiere decir que el vertido es reciente», señala. «La otra indica que es de hace tiempo», añade. A estas alturas del verano, en quince ocasiones han obtenido un resultado positivo en los análisis, lo que ha hecho declarar una playa no apta para el baño. Para ver la evolución, se puede comparar con las 12 veces que sucedió lo mismo en toda la temporada pasada.
En estos casos, «informamos a los ayuntamientos para que hagan un estudio y nos digan qué pasa», explica Panadés. La experta explica que lo más habitual es que bombeen mal las aguas residuales y haya un vertido o que las alcantarillas estén en malas condiciones. Ponerle remedio ya es otro asunto porque el alcantarillado es municipal y las depuradoras de Medio Ambiente y nadie quiere la culpa», lamenta.