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Un informe cuestiona el negocio de las banderas azules en las playas de Baleares

El galardón no aporta medidas que fomenten el buen estado de los arenales

El estudio señala que la bandera azul se centra en la parte comercial y la gestión del ecosistema. En la foto, Cala Estància, que este año no tiene bandera. | Jaume Morey

| Palma |

Baleares ha perdido 45 banderas azules en sus playas desde 2010, cuando alcanzó su récord histórico con 72 distintivos. La semana pasada las Islas obtuvieron 27, lo que consolida una tendencia a la baja que, sin embargo, no implica que esté empeorando la calidad de los arenales, según defiende el doctor en Geografía y en Geología, Francesc Xavier Roig, autor de un estudio que cuestiona el negocio de este sello internacional.

«Formentera decidió dejar de tener banderas en 2002 y, desde entonces, la calidad de las playas no ha disminuido y el número de usuarios no ha dejado de aumentar», explica el también consultor ambiental, que asegura que esto es extensible al resto de islas. «¿Qué diferencia hay entre una playa con o sin bandera? Ninguna», asegura Roig, porque el premio no aporta medidas que fomenten el buen estado de la composición del arenal y se limita a exigir al ayuntamiento que cumpla con la normativa actual.

«En los años ochenta, la aparición de las banderas azules sí que tenía sentido porque entonces había un caos de contaminación y el distintivo ayudó, en mayor o menor medida, a mejorar la situación. Con el desarrollo de la legislación autonómica y la Ley de Costas se puso orden, por lo que a principios de los años 2000 ya dejaron de tener sentido», considera el geógrafo.

«No han servido en ningún caso para mejorar, restaurar o revertir la degradación de los arenales por la frecuentación masiva», según el estudio Evolución espacio-temporal de las playas con Bandera Azul en las Islas Baleares (1987-2018). «Ni siquiera valen para atraer a turistas porque la gente no se fija en ellas», considera, y se pregunta si es necesario invertir dinero público para conseguirlas.

La Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor, que gestiona el sello en España, cobra por dar el distintivo y, además, el Govern invertía ciertas cantidades en convenios. «El Ejecutivo lleva años sin hacer estrategias de colaboración con entidades privadas con ánimo de lucro que otorgan según qué tipo de distinciones», aclaró ayer al respecto el conseller de Model Econòmic, Treball i Turisme, Iago Negueruela.

Cada vez más ayuntamientos siguen los pasos de Formentera, que rechazó obtener banderas azules. Ciutadella y Sant Lluís, en Menorca, renunciaron a este galardón en 2009, mientras que Calvià lo hizo en 2020 a favor del sello ‘Q de Calidad Turística'. «Para conseguir este, en cambio, se hace un control de la gestión de las playas más constante, mientras que para la bandera azul solo se hace una radiografía puntual», dice Roig. De hecho, destaca que este año la playa de Mazarrón, en Murcia, se ha quedado sin porque hay obras en el paseo marítimo.

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