Tres días seguidos de caza y pesca durante una baja por una lesión en un codo le han costado el puesto de trabajo a un trabajador de Emaya que llevaba en plantilla 25 años. La empresa ejecutó la máxima sanción posible después de que un detective privado le sorprendiera en tres ocasiones, tres días consecutivos: dos de ellos en una barca de pesca y el tercero, en un coto de caza con una escopeta. La Sala de lo Social del TSJIB ha respaldado la decisión de la empresa pública al entender que existió un incumplimiento de la buena fe.
El trabajador, ocupado en unbrigada de la sección de aguas, había pasado ya por dos bajas previas de un mes de duración por la misma contingencia profesional: codo de tenista. Todas ellas en otoño, la última, en 2020 de veinte días de duración. Fue en este periodo en el que la dirección de la empresa decidió recurrir a un detective privado. El informe del mismo le localizó en una primera jornada de pesca en la que salió con otra persona cinco horas de pesca. Al llegar a puerto se le captó coger un tronco del agua con las dos manos. Al día siguiente, otra salida en barca con cuatro cañas. El tercer día, en un coto privado con dos perros y escopeta. A partir de ahí se inició un expediente.
Un juzgado de lo Social de Palma ya consideró proporcionada la medida de despido y el TSJIB también incide en la misma dirección: «No existe desproporción en la medida que han sido demostradas actividades físicas reiteradas contrarias al normal desarrollo de una situación de incapacidad laboral». La sentencia destaca en primer lugar que las tres bajas coincidieran en meses de otoño en tres años seguidos, lo que detonó la actuación de vigilancia por parte de la compañía y, por otro, que las actividades se produjeran en tres jornadas consecutivas. «El trabajador debería haberse reincorporado a la empresa con la finalidad de evitar cualquier tipo de trangresión de la buena fe contractual». El tribunal también descarta una serie de supuestas anomalías en la tramitación del expediente.