La directora del Centro Oceanográfico de Baleares del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), Salud Deudero, advierte de la situación «preocupante» de los plásticos en el mar balear, puesto que la cantidad no disminuye y debería estar ocurriendo, teniendo en cuenta las políticas aplicadas de gestión hacia la reducción del plástico.
Así lo explica Deudero en una entrevista concedida a Europa Press en la que hace hincapié en que la tendencia que muestran los datos evidencia que no decrece el volumen de plásticos y microplásticos en el mar de las Islas, «aun a pesar de haber hecho muchas medidas de gestión».
A medida que se han ido aplicando restricciones como, por ejemplo, eliminar los plásticos de un solo uso o regular las bolsas, la presencia de plásticos en los mares debería haber disminuido, detalla Deudero, remarcando que, sin embargo, «sigue habiendo mucho y en todos los compartimentos». «Da igual si está a 400 metros de profundidad, si está a ocho metros en la posidonia, en la arena o en las gambas, siempre aparecen plásticos», agrega.
Según Deudero, la situación se debe a que se sigue vertiendo una parte muy importante de plásticos en el mar, a un sobreúso y, por otro lado, al efecto residual de esta materia, que no se degrada.
«Lamentablemente hay una mala gestión», considera la directora, en relación con determinadas zonas que no cuentan con una regulación en este sentido. Así, a pesar de que Baleares «es una de las zonas donde hay una mejor gestión de residuos», los plásticos también pueden entrar al mar balear a través del tráfico marítimo y de corrientes marinas.
A grandes rasgos, el 80 por ciento de los plásticos provienen de actividades que se desarrollan en tierra y el 20 por ciento restante, de actividades en el mar.
En relación con los pélets, Deudero explica que en las costas de las Islas la presencia de estos microplásticos no es elevada, puesto que representan aproximadamente el diez por ciento del plástico de pequeño tamaño que se encuentra.
La peligrosidad de los pélets, puntualiza, no recae tanto en el plástico que tienen sino en que pueden acumular otras sustancias contaminantes que se adhieren. «Son como pequeñas perlitas enriquecidas de contaminantes», señala Deudero, advirtiendo que «es más peligroso ese efecto que el del pélet en sí».
Gestión integrada del mar
La directora del Centro Oceanográfico de Baleares defiende que es necesaria una gestión integrada del medio marino y, en este sentido, remarca que «es muy importante» que todas las administraciones que tienen competencias sobre el mar se pongan de acuerdo y tracen un plan estratégico.
Para Deudero, desde el punto de vista científico se dispone del conocimiento sobre el medio marino, también de las herramientas y aquello necesario es exponerlo para la gestión pública. De este modo, considera que los ámbitos legislativos deben entender «la necesidad y la importancia» de crear esta gestión integral.
Por ejemplo, lo que se haga a nivel de gestión del mar en Francia, Italia o Argelia repercute sobre Baleares. Por ello, Deudero plantea que «no hay que mirar sólo lo que hace la Comunidad Autónoma», sino ir a foros para debatir y ver qué se puede hacer, así como «consensuar con todos los actores que tienen competencias sobre el medio marino, para ponerse de acuerdo y que se asesoren con grupos de trabajo científico-técnicos».
La gestión del medio marino pasa por incluir áreas marinas protegidas, entre otras medidas de ordenación del espacio marítimo. En esta línea, señala que son esenciales para proteger la biodiversidad puesto que las costas de Baleares, y del mar Mediterráneo en su conjunto, están sometidas a mucho impacto y se están degradando.
Así, crear áreas marinas protegidas en las que se puedan excluir las actividades que se realizan en el mar --como la pesca o la construcción de puertos, entre otras-- garantiza zonas donde se criarán peces y luego se podrán nutrir otras áreas más degradadas.
Además, Deudero subraya que proteger las zonas incrementa el valor tanto del producto que se saca de la reserva como de la zona, por ejemplo, a nivel turístico. Así, defiende que «todos ganan» con la implementación de zonas protegidas.
No obstante, Deudero incide en que a pesar de que es «ineludible» que proteger zonas conlleva beneficios, «no significa que se tenga que prohibir todo». «Se trata de tener un conocimiento y valorar cuáles son las zonas que puedan tener especies de mucho interés», constata.
Importancia de la posidonia
Por otro lado, Deudero incide en la importancia de la posidonia y de que la sociedad entienda y se eduque sobre los beneficios de la misma. Así, explica que en Baleares hay zonas con un estado «muy bueno» pero hay otras que «se han degradado muchísimo y ya no hay vuelta atrás».
Ante este escenario, considera que lo que hay que hacer es una valoración de las zonas e intentar que no se vayan degradando más. No significa, de nuevo, que sea necesario prohibir todo el acceso al mar, sino que se hagan apuestas «valientes» para proteger las zonas donde hay posidonia en buen estado, agrega.
La investigadora traslada, en este sentido, un mensaje optimista de que hay zonas que están «muy bien». «Baleares es una joya del Mediterráneo en muchos aspectos y hay que intentar que continúe así», apunta.
Por otra parte, los efectos de la pérdida de las praderas de esta planta acuática van desde la pérdida de playas hasta la disminución de las zonas de cría de muchas especies. Deudero explica que la posidonia amortigua las olas cuando hay temporales y es una planta en la que hay asociadas unas 400 especies.
Sobre los efectos del cambio climático en el mar balear, la investigadora alerta de las consecuencias que tienen las olas de calor. El Mediterráneo es la zona del mundo donde el incremento de temperatura del mar es mayor, con anomalías térmicas de cuatro grados, una situación que causa la muerte de muchas especies y deriva en episodios de mortalidad masiva.