El mundo egipcio de la antigüedad ha vuelto a demostrar en Eivissa estar de plena actualidad. La doctora en Prehistoria y Arqueología por la Universidad Complutense de Madrid María José López Grande ofreció en la tarde de ayer la última de las cinco conferencias previstas en el ciclo dedicado al mundo funerario de aquella civilización ante un auditorio lleno a rebosar, una constante a lo largo de la semana.
El tema escogido para cerrar este curso organizado por la Associació Amics del Museu Arqueològic, y que ha venido celebrándose en el salón de actos de la Extensió Universitària, fue el de los saqueadores de tumbas y los salvadores de momias, centrándose durante parte de la intervención de la conferenciante en el llamado «Papiro Abbot».
López Grande explicó que el saqueo de tumbas no es un hecho exclusivo de nuestra era, sino que ya en tiempos de los faraones esta práctica era habitual. Según la conferenciante, «la presencia del cuerpo momificado era fundamental en el conjunto del ritual funerario, así como su perdurabilidad en el tiempo. La momia, protegida en su sarcófago y en su sepulcro, debía permanecer inalterada toda la eternidad o, al menos, hasta que la identificación del fallecido con Osiris se hubiera materializado». Pero estas premisas fueron habitualmente transgredidas por los saqueadores, quienes, en alguna ocasión, llegaban a destruir las momias para apoderarse de las riquezas que albergaban las tumbas. De este modo, López Grande indicó a los asistentes a la conferencia como, en el Tercer Periodo Intermedio de aquella civilización, ha podido constatarse la tarea de los llamados sacerdotes de Amón, quienes «socorrieron a las momias de reyes y personajes importantes que habían sido alteradas en sus tumbas para robar las joyas». La doctora precisó que muchas tumbas de reyes y reinas fueron profanadas.
En este sentido, la conferenciante mencionó la luz que arroja sobre este aspecto del Antiguo Egipto el 'Papiro Abbot', en el que se «relata un proceso judicial que se desarrolló en el territorio tebano contra unos ladrones de tumbas». López Grande puso en conocimiento de su auditorio ibicenco como dicho documento «enumera las distintas tumbas profanadas, los daños causados en las mismas y los daños causados a las momias, así como los objetos robados». En el 'Papiro Abbot' se descubre también que los juzgados eran «cargos relevantes de la organización y administración del Estado y que incluso algunos de ellos ostentaban cargos relativos a la seguridad de la necrópolis en la que actuaron como ladrones».