Como heraldos precursores de la primavera, fieles a su cita, aunque con cierto adelanto sobre el calendario previsto, han vuelto a florecer los almendros del Pla de Corona. El fenómeno, que como tal es recibido cada año por los muchos admiradores que lo esperan con ganas, es uno de los espectáculos más hermosos de cuantos la naturaleza nos depara en esta isla.
De ello no hay duda, y hasta los espíritus menos sensibles a la estética y a la ecología lo reconocen así. Incluso hay gentes (y no son pocos) que acuden expresamente a la isla para disfrutar con la contemplación maravillada de esta fiesta para los ojos y otros sentidos próximos. Sin olvidar al gremio de los poetas, tan abundante por estos pagos, que han tomado el referente de este espacio virginal de Santa Agnès de Corona como un símbolo de cierta Arcadia, como una metáfora de la belleza; sin adjetivos, a palo y beso seco.
Visto, pues, que ya florecen los primeros brotes, el grupo de poetas amigos que decidieron hace ya nueve años celebrar el asunto con una lectura poética por los alrededores de Corona, ya están movilizándose para ver dónde será este año la cita. Dónde, porque cuándo ya se sabe, dado que desde hace tres convocatorias se ha institucionalizado en el primer domingo de febrero.
Por lo que ha podido enterarse este periódico, de momento está ganando como lugar preferente para celebrar la edición 2001 la pequeña capilla de Buscastell. Pero aún faltan por concretar los detalles.