Los espectadores curiosos que asistieron el viernes a la inauguración de la primera exposición de Pierrick Sorin en Eivissa, pasaron un buen rato. Los calificativos (estupenda, original, sorprendente...) se repetían con una unanimidad poco frecuente. Para ver si exageran o están de acuerdo con ellos, aún están a tiempo, pues la exposición estará abierta al público hasta el 30 de abril.
Como información general hay que decir que Pierrick Sorin es un vídeoartista de prestigio internacional que utiliza su ingenio y talento creativo para burlarse del mundo, empezando por sí mismo, pues él (en cuerpo y alma) es la materia con la que modela sus críticas, mordaces e irreverentes creaciones. Y parece tener clara la impresión que espera de la gente. «Sobre todo hacer reír, pero también pretendo que la gente dude de sus convicciones, de su realidad, de su filosofía. Quiero hacerles pensar a partir del humor», según explicó a Ultima Hora Ibiza y Formentera .
Armado con una cámara de Super- 8, su herramienta favorita, Sorin ha traído a Eivissa (tras pasar por Palma y antes de llevarla a Menorca) una generosa muestra de sus videoscreaciones e instalaciones que reclaman la implicación del espectador, bien como participación directa y física o bien como reflexión. Un trabajo que no le parece técnicamente complicado. «No mucho; utilizó técnicas bastante viejas, trucos de magia y cosas así. Es como una labor artesanal de bricolage». Apoyada, además, por unos ruidos musicales «que le encargo a varios amigos músicos o la hago yo mismo con lo que tenga más a mano», apuntó.
Aunque pudiera pensarse que Pierrick Sorin tiene algo de narcisista, por el protagonismo absoluto de su imagen en su obra, él tiene otra explicación. «Para nada, es algo más simple; porque usándome a mí mismo tengo una disponibilidad completa y me resulta más barato, además». «Como no tengo muy claro antes de empezar qué es lo que voy a hacer, decido sobre la marcha; pero si trabajara con un actor tendría que darle las indicaciones, involucrarle en mis dudas, y acabaríamos los dos locos. Es una cuestión de libertad, especialmente», confesó.