En su segunda visita a Eivissa, Boris Rotenstein presentó ayer en Can Ventosa «El pont», de José Manuel Sevilla, una historia «que por desgracia cada vez es más actual», apuntó el director de origen ruso y residente en Barcelona, donde dirige la compañía Perestroika-A-Tak y da clases en el Institut de Teatre. «La estrenamos el año pasado y parecía una premonición, un entrenamiento de lo que está pasando en este fatídico 2001; y es que el hombre no aprende, cada 25 años vuelve a repetir el terrible juego», añadió.
Además de «El pont», Rotenstein pondrá en el escenario de Can Ventosa a las cinco de esta tarde el montaje «Es desde aquí que miro la luna», de Damián Ruiz, otro nuevo dramaturgo de la escena española. «De alguna manera, esta obra también toca el tema de la guerra; en este caso individual, pero guarda una clara referencia con la guerra entre pueblos. Ambas tienen el mismo denominador común, la falta de confianza hacia el otro», explicó ayer en director, quien se mostró muy orgulloso de los actores de su compañía. «Todos son grandes trabajadores y viven el teatro también como un compromiso ético. Acaso por eso se quedan conmigo algunos que, como es el caso de Xavier Ripoll (un actor magnífico) tendrían más oportunidades de promoción en otros sitios», añadió.
Al finalizar la representación de esta tarde, Boris Rotenstein y todo su equipo se trasladarán al Club de Teatre GAT para mantener con los aficionados al arte de Talía una charla-debate. «Incluso habrá algo de cava por gentileza del Consell», comentó ayer Toni Riera, actual director del veterano grupo de teatro de Eivissa.
Buen amigo de Merche Chapí (fundadora del GAT), Boris Rotenstein se comprometió ayer ante los medios de comunicación de la isla a desplazarse a la isla para dirigir un curso de teatro. «No niego la posibilidad, habrá que buscar algún hueco en la agenda y ya está», apuntó. Y es que para él, «el teatro sigue siendo una catarsis necesaria, como religiosa, para la sociedad», precisó.