MIQUEL FÈLIX
182 años de historia dan para mucho, y si no
pregúntenselo al Teatre Principal de Maó. Sobre su escenario, foso,
camerinos o patio de butacas se han vivido, una tras otra,
situaciones hilarantes. Una parte de ellas ha quedado recogida en
el último monográfico editado por S'Auba sobre textos de Deseado
Mercadal, posiblemente la persona que más información acumuló sobre
el coliseo.
Visto a ojos de hoy en día, cuesta imaginarse a los agentes del orden arrestando en 1889 al tenor Baldomero Llurià sólo porque se negó a utilizar el traje que le ofrecía la empresa para representar «Il Trovatore». Ni corto ni perezoso, el divo apareció en escena vistiendo traje de calle y una capa, lo que provocó la protesta de un sector del público. Una vez acabada la función, varios de los músicos de la orquesta y cantantes se solidarizaron con el solista y fueron a verle a la cárcel situada davall sa plaça. Junto a ellos también acudió gente del público.
Como acto de desagravio, según relata Mercadal, empezaron a interpretar una conocida aria en la que el tenor debe dar un comprometido do de pecho. «Lluria, que desde tras los barrotes de la prisión contemplaba la improvisada serenata, al llegar el momento oportuno emitió con fuerza y seguridad el dichoso do, aplaudido frenéticamente por los reunidos los cuales se dispersaron temiendo una nueva intervención de los agentes gubernativos».
Pero aún hay más. En las páginas del capítulo titulado «Anecdotario y miscelánea» el libro relata otra situación curiosa. A finales del siglo pasado, el teatro mahonés tenía fama de ser una plaza especialmente difícil por la elevada exigencia del público. Tanto era así que incluso había un sector de aficionados que acudía a las representaciones partitura en mano. En cierta ocasión pidieron explicaciones al director de «Faust» porque no estaban de acuerdo con la versión ofrecida del final del cuarto acto. Al no juzgar satisfactoria la respuesta decidieron consultar el asunto directamente con el compositor, Charles Gounod, que contestó por escrito muy cortésmente pero evitando entrar al trapo de la polémica.