La Comisión de Patrimonio del Consell Insular volvió a poner sobre la mesa el yacimiento del Cap d'es Llibrell al proponer la pasada semana su catalogación y protección como Bien de Interés Cultural. Pero más allá de la burocracia que rodea actualmente esta decisión, los investigadores pretenden desvelar hasta el último secreto de un yacimiento descubierto para la investigación en la década de los ochenta y que ya cuenta con cuatro campañas arqueológicas (1986, 1987, 1997 y 1998).
La datación exacta de los restos arqueológicos encontrados en el promontorio del Cap d'es Llibrell, a más de doscientos metros sobre el nivel del mar, junto a Cala Llonga, no se ha establecido con exactitud, aunque se han encontrado elementos pertenecientes al siglo V a.C., aunque los más comunes pertenecen ya al siglo III a.C. La investigación ha establecido que la edificación existente fue destinada al culto. ¿Pero a qué dios se ofrecían los sacrificios?
Por el momento, los arqueólogos no han encontrado elementos suficientes para desvelar esta incógnita, cuya respuesta podría estar en un fragmento del altar descubierto, y que representa la cabeza de un león. Una de las hipótesis manejadas hoy día indaga en la dirección de Tanit, en su vertiente guerrera, al existir un referente en Túnez: una figura femenina con cabeza de león y vestido alado hallada en el santuario de Siagu.
Otro misterio tiene un carácter más macabro y está relacionado directamente con los seres sacrificados. Parece ser que se acepta la muerte de animales para satisfacer a los dioses en el templo del Cap d'es Llibrell. ¿Y el de seres humanos? No se han hallado restos óseos sobre los que sustentar dicha afirmación, pero la sombra de los mismos parece no dejar de planear sobre la investigación. En este catálogo de interrogantes existe otro especialmente curioso y que tiene como detonante la existencia de supuestas riquezas ocultas bajo la roca en el Cap d'es Llibrell (también conocido como es Castellar). Cuenta una leyenda que antiguos moradores de la isla construyeron bajo el macizo un entramado subterráneo en el que tener cobijo -y un escondite para sus riquezas- en caso de que la isla fuera invadida.
Una de las chimeneas-respiradero de este conjunto de túneles sería precisamente el hueco de la cisterna del yacimiento arqueológico. Una segunda obertura se hallaría a escasos diez metros del templo. Según se señala en el informe elaborado por Joan Ramon Torres, reponsable del departamento de arqueología del Consell, «es evidente que las ruinas ciertamente fueron objeto de excavaciones importantes». Ramon reconoce que «resulta difícil no relacionar con la búsqueda de accesos a las legendarias galerías subterráneas» las perforaciones irregulares descubiertas en el terreno.
¿Existieron y siguen ocultas aquellas riquezas? Muchos lo creyeron si se contabilizan las perforaciones, pero para los investigadores el Cap d'es Llibrell posee preguntas -tal vez demasiadas aún- sin contestar. Nuevas campañas arqueológicas, esperemos que próximas, deberán darnos respuestas a estas cuestiones y quien sabe si originarán nuevas preguntas.