El triunfo de «El señor de los anillos: El retorno del rey» fue completo en la 76 edición de los Oscar e hizo realidad once estatuillas de once candidaturas en una ceremonia tan falta de sorpresas como de emociones. Como estaba pronosticado, éste fue el año del anillo, la culminación de una trilogía basada en la obra de Tolkien, que no podía llevarse más estatuillas en esta noche porque eran todas a las que aspiraba.
«Claro que ha merecido la pena. En estos momentos siento que lo volvería a hacer todo de nuevo», reconoció un exultante Peter Jackson tras agarrar con fuerza la estatuilla como mejor director. A ella se unió la de mejor película, además del resto de las categorías técnicas a las que aspiraba el film. Tantas victorias que convirtieron la cinta en la broma de la velada, en especial cuando Billy Crystal, maestro de ceremonias, dijo aquello de que no quedaba nadie en Nueva Zelanda a quien felicitar o cuando los creadores de «Las invasiones bárbaras» agradecieron su victoria al hecho de que «El señor de los anillos» no competía como mejor película extranjera.
«Es una maravillosa forma de despedirnos porque puede que esta sea una de las últimas veces que estamos juntos», reconoció un feliz pero acongojado Elijah Wood, protagonista de estas tres cintas. La victoria no marcó nuevos récords, pero a su modo fue un hecho histórico, como reconoció Steven Spielberg al anunciar el último premio de la noche y subrayar que «El señor de los anillos: El retorno del rey» había «arrasado». Sin embargo fue una victoria anunciada que eliminó cualquier sorpresa a una velada que durante cerca de cuatro horas fue un continuo peregrinar de estrellas sin emoción y aún menos polémica.
El resto de las victorias también transcurrieron como estaban previstas y Charlize Theron se hizo con la estatuilla como mejor actriz por su trabajo en «Monster». «De algún modo es una buena despedida», aclaró esta belleza sudafricana mucho más fría en el beso que improvisó al recibir la estatuilla de Adrien Brody. Sean Penn consiguió poner la sala en pie al conseguir el Oscar como mejor actor por «Mystic River», el único momento de toda la gala donde la audiencia mostró algo de entusiasmo. Pero el rebelde de Hollywood prefirió no tomarse demasiado en serio su victoria después de que durante años rechazara no sólo este tipo de premios sino incluso el hecho de asistir a las ceremonias. «Como dije, no existe tal cosa como mejor actor y estaba allí para demostrar que era un concurso de popularidad pero de algún modo me dejaron sin el chiste», reconoció Penn.