«Respecto a la anterior exposición que presenté en este sitio, el espíritu sería un poco el mismo, porque se trata de una reflexión particular e irónica en torno a lo que es el hogar o la casa». Con estas palabras resumió Curro Ulzurrun ayer a este periódico la muestra que presenta en la galería Van der Voort, su segunda cita con la isla tras la de 2000. «Pero he metido elementos nuevos, como plumas, usadas como un elemento constructivo más, no como decoración. Empecé esa serie a partir de un nido, y digamos que es una reflexión sobre un lugar íntimo en el que uno puede estar protegido. Hay algunas piezas que son de pajarraco y otras de arquitectura un poco más moderna; pero todo está hecho a base de cuatro palos, dos cuerdas y dos plumas», añadió.
Curro Ulzurrun es uno de los pocos escultores españoles que ha sobrevivido al «boom» de la escultura de finales de los años 80 con propuestas personales. De su obra cabe remarcar un acercamiento a las formas cercanas a la figuración, llenas de ironía y, a veces, algo surrealistas. Siempre sencillas, esenciales y apartadas de cualquier artificio y puesta en escena; como puede comprobarse en las diez piezas que presenta en la galería de Dalt Vila. «Todas son esculturas, aunque puede que alguna quede como maqueta de una idea que pudiera ser mucho más grande», precisó el artista.
Respecto a los nuevos caminos que está tomando la escultura, Ulzurrun se mostró algo escéptico: «Definir la escultura ahora es algo bastante complejo; porque puedes romper una foto y hacer una escultura; incluso puedes hacer una escultura, hacerle una foto, romper la escultura y presentar la foto. Está un poco liada la cosa; dentro de la escultura entran muchos conceptos. Por ejemplo, en la sala de turbinas de la Tate Modern de Londres se ha hecho una escultura a base de sonidos. Es decir, puede crear situaciones a nivel físico casi; ya no es sólo un objeto, aunque también sigue siéndolo», precisó.
Unos caminos que le tientan, sí, pero: «Lo que pasa es que soy de los que les guata hacer las cosas; me gusta tener cosas entre las manos. Lo que no quiere decir que un día no tire para otro sitio. De hecho también hago proyectos que son más instalaciones; pero de momento me tira estar en el taller jugando un poco con las cosas, que también sigue siendo escultura», insistió.
En cuanto a proyectos, el escultor madrileño anda embarcado en varias citas importantes: «Estoy preparando un par de ferias, la de Arco y la de Chicago; y no sé si tengo alguna exposición en Santiago, no me acuerdo ahora. Soy bastante despistado para eso; no tengo agente ni llamo a nadie; así me va, pero bueno», ironizó el artista, formado como escultor en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, en el Art Institute de Chicago y en Japón; lugares en los que ha presentado también muestras individuales, junto a muchas otras ciudades y algún otro país.