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Leopoldo Irriguible retoma el proyecto de intervención plástica en La Habana

Previsto para la Bienal de 2003, razones políticas cortaron los apoyos económicos con los que contaba

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La próxima Bienal de Arte de La Habana, a celebrar en noviembre, podría acoger un ambicioso proyecto de intervención plástica de Leopoldo Irriguible en el Museo Nacional de Bellas Artes de la capital cubana y alrededores. Estaba previsto que la iniciativa se realizase en la Bienal de 2003, pero los fusilamientos y las severas condenas que el Régimen de Castro ordenó en la primavera de aquel año provocó la suspensión de un proyecto que contaba con el apoyo económico del Consell, Govern, Ministerio de Cultura y el de Asuntos Exteriores, además del de alguna entidad privada.

Las circunstancias políticas actuales resultan más favorables que entonces, por lo que el artista maño residente en Eivissa desde 1974, ha vuelto a poner en marcha un proyecto en el que, desde el principio, ha estado involucrado el gestor cultural Albert Ribas. Actualmente, la idea se está gestionando de nuevo y las perspectivas de que esta vez sí pueda hacerse realidad son cada vez más sólidas, según ha explicado a este periódico el propio artista.

No es la primera vez que Irriguible realiza intervenciones plásticas en la vía pública. Ya lo hizo en 1979 en París y también en alguna playa ibicenca y en los alrededores del Museu d'Art Contemporani, entre otras iniciativas. Para preparar el proyecto que quería realizar en La Habana viajó a esta ciudad en febrero de 2003. Por aquellas fechas, la directora del Museo Nacional de Bellas Artes, Moraima Clavijo Colom, se dirigió a las instituciones españolas apuntadas para pedir su colaboración en el proyecto, destacando que «es la primera vez en la historia del museo que un artista español es invitado individualmente para la realización de un evento de estas características.

En la memoria del proyecto enviada al Museo por Irriguible, el artista explicaba: «Mi trabajo es personal en tanto que me expreso dentro de unos patrones que me son propios: la geometría, que es alterada mínimamente, la conjunción de opuestos, o su enfrentamiento, los trabajos que se colocan al límite de su forma, de su color, de su disposición en el espacio. Hay que tener en cuenta que, para mí, el circuito artístico es el autor, la obra, las circunstancias en que se crea y el medio donde se muestra, así como el receptor o público que la visualiza y el modo de hacerlo. Todo ello se interacciona y a la vez se retroalimenta. En todos los trabajos siempre están presentes ciertos valores estéticos, lo que entendemos como belleza».

En cuanto a los proyectos concretos, Irriguible precisaba que «pueden realizarse uno, dos o los tres, dado que son autónomos e independientes. Yo los concibo como un todo que se interrelaciona y por ello creo que deben montarse los tres. Cada uno apoya o enriquece a los otros. En cualquier caso en una parte de las salas de las exposiciones temporales se expondrían los dibujos y fotomontajes preparatorios, así como una muestra de otros trabajos anteriores ».

Los tres proyectos llevaban por títulos versos del poeta cubano Lezama Lima: «El ojo que no quiere ver»; a desarrollar en la plaza del propio museo, que tiene 28 palmeras plantadas en 1902, cuyos troncos serían cubiertos por telas de diversos colores. «¡Que aire!»; a instalar en el recorrido entre las dos sedes del museo, en las arcadas y porches, donde colgaría series de triángulos monocromos, amarillos, rojos y azules. Y «Puedo mirar»; concebido para la balaustrada del tercer piso del museo (antiguo Centro Asturiano): un cilindro que vaya desde allí hasta el suelo de la planta baja.

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